La explicación
Carl Hempel, el último de los filósofos clásicos de la ciencia, ha muerto el 9 de noviembre en Princeton a los 92 anos de edad. Hempel (como Carnap, Reichenbach o Einstein) fue uno de esos alemanes cuya emigración a América en 1937, huyendo del nazismo, marcó el tránsito de la hegemonía intelectual de Alemania a Estados Unidos. Allí fue profesor en las Universidades de Chicago, Yale, Princeton y Pittsburgh.Hempel hizo diversas contribuciones seminales a la filosofía de la ciencia: estudió la formación de los conceptos científicos y estableció su clasificación canónica, examinó el papel de las leyes generales en la historia y analizó los criterios y las paradojas de la confirmación. Sobre todo ofreció (junto con Oppenheim) el primer análisis preciso de la explicación científica, en su artículo de 1948 titulado Estudios sobre la lógica de la explicación. Ignorado durante una década, casi universalmente aceptado en los años sesenta, y objeto de todo tipo de críticas desde entonces, lleva ya medio siglo como punto de referencia obligado de todas las discusiones sobre la explicación.
Las preguntas científicas típicas son preguntas de qué, cómo y cuánto que piden descripciones. Más problemáticas son las preguntas de por qué, que exigen explicaciones. Ya Aristóteles había contrapuesto el conocimiento meramente descriptivo del qué al conocimiento explicativo del por qué, y había identificado este último con la ciencia. La filosofía de la ciencia (como la ciencia misma) no puede describir toda la complejidad de su objeto (en este caso, la actividad científica), sino que tiene que conformarse con ofrecer modelos simplificados. El primer modelo de la explicación científica fue el modelo nomológico deductivo de Hempel: explicar un hecho consiste en deducir el enunciado que describe ese hecho a partir de leyes científicas generales y de condiciones iniciales particulares. Explicar unas leyes consiste en deducirlas de otras más generales.
El modelo hempeliano de particulares diversos bajo leyes generales comunes se cumple en muchos casos. La ley de conservación del momento angular explica tanto la diferencia de los periodos orbitales de los planetas (en función de su distancia al Sol) como la diferencia en velocidad angular del giro del patinador sobre hielo (según la separación de sus brazos respecto al tronco). En otros casos falla. Decimos que la posición del Sol, en el firmamento explica la de la sombra en el reloj de sol, y no a la inversa, aunque la definición de Hempel se cumple en ambos casos. Algunos pretenden aclarar la diferencia por la asimétrica relación causal, pero la noción de causa es todavía más oscura que la de explicación y suele definirse como factor explicativo, por lo que caemos en la circularidad. Cientos de artículos y libros desgranan los muchos defectos del modelo hempeliano, aunque hasta ahora nadie ha logrado ofrecer un modelo alternativo que haya suscitado parejo consenso.
Gran parte de la ciencia actual es probabilista. En su libro de 1964, Aspectos de la explicación científica, Hempel introdujo dos modelos de la explicación estadística: el modelo estadístico deductivo, en el que las regularidades estadísticas son deducidas de otras leyes estadísticas más amplias, y el modelo estadístico inductivo, en el que los hechos singulares se explican subsumiéndolos bajo leyes esta dísticas. Este último es dudoso, pues esos hechos particulares (la desintegración de un isótopo radiactivo concreto) no son explicables en sentido alguno, aunque la estadística de hechos del mismo tipo (la frecuencia de desintegración de isótopos del mismo tipo) sí sea explicable.
Bas van Fraassen piensa que la función de la ciencia es hacer predicciones y no ofrecer explicaciones. A las explicaciones les atribuye un valor meramente pragmático o psicológico: son herramientas conceptuales para reducir nuestra ansiedad o sorpresa ante lo inesperado, excepcional y sorprendente. De todos modos, la realidad nunca deja de sorprendernos. El mundo está entretejido de azar y es en gran parte inexplicable.
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