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Clinton promete en Sarajevo aislar a quienes sabotean la paz en Bosnia

El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, dijo ayer en Sarajevo que su país apoyará a quienes apliquen los acuerdos de Dayton y aislará a sus oponentes. En su primera visita a la capital bosnia, en un viaje relámpago que le llevó posteriormente a Tuzla, base del contingente estadounidense, Clinton paseó por las calles de la ciudad asediada durante tres años y medio y se entrevistó con los tres miembros -musulmán, croata y serbio- de la jefatura colectiva del Estado.

La visita de Clinton a Bosnia se produce tres días después de que la Casa Blanca anunciara que los 8.500 soldados que Washington mantiene desplegados en el país balcánico permanecerán en él después de junio de 1998 y por un tiempo indefinido. El mandatario estadounidense admitió en un mensaje pronunciado en el Teatro Nacional de Sarajevo que había sido un error poner fecha a la retirada de las tropas de la OTAN de Bosnia, prevista inicialmente para el año próximo. Y reiteró que el futuro de Bosnia, dos años después de la firma de Dayton, está en las manos de sus dirigentes políticos.Clinton viaja acompañado de su familia inmediata y de una representacion del Congreso estadounidense de la que forma parte Bob Dole, su rival republicano a la presidencia en 1996. El presidente estadounidense precisó, más de dos años después de finalizada la guerra, que "hay todavía mucho veneno" entre las facciones rivales como para que Washington se desentienda de su papel vertebrador de las fuerzas de la Alianza Atlántica que garantizan la paz en Bosnia.

En medio de un formidable despliegue de seguridad, Clinton y su esposa Hillary se dieron un baño de multitudes en el centro histórico de la capital bosnia, que había sido tomada desde primeras de la mañana por una multitud que enarbolaba banderitas estadounidenses y celebraba la visita del hombre más poderoso del planeta.

El presidente y su comitiva, que llegaron a Sarajevo en un avión de transporte Hércules procedente de la base alemana de Ramstein, siguió por la tarde viaje a la ciudad norteña de Tuzla, cuartel general de las tropas de su país estacionadas en Bosnia. Clinton, entre otros presentes, lleva a sus tropas, con las que compartió una cena prenavideña, tarjetas telefónicas por valor de un millón de dólares, para que los soldados puedan comunicarse a sus anchas con sus familias y amigos durante estas fiestas.

A poco de llegar a una Sarajevo envuelta por la niebla, el presidente estadounidense se entrevistó con los tres miembros de la presidencia colectiva, el musulmán Alia lzetbegovic, el croata Kresimir Zubak y el serbobosnio Moincilo Krajisnik, testaferro éste del presunto criminal de guerra Radovan Karadzic, buscado por el Tribunal de La Haya y residente en la vecina Pale, a muy pocos kilómetros de donde Clinton prometía una vez más el aislamiento de quienes boicotean el proceso de pacificación.

Krajisnik fue el único miembro de la jefatura tripartita que no asistió después al concierto ejecutado a media mañana en el Teatro Nacional por la sinfónica de Sarajevo, una orquesta que perdió a siete de sus profesores durante el atroz asedio de la capital por las fuerzas del general serbobosnio Ratko Mladic, otro encausado como genocida por el Tribunal internacional de la ONU. La presidenta de la mitad serbia de Bosnia, Biljana Plavsic, opuesta ahora al ala radical serbobosnia y a la que Occidente está apoyando a fondo militar y políticamente, acudió desde Banja Luka a la capital para entrevistarse separadamente con el dirigente estadounidense.

Pese a los acuerdos firmados por sus representantes y la masiva presencia internacional, las tres facciones tribales bosnias siguen profundamente enfrentadas. En los dos años transcurridos no se ha permitido el regreso de los refugiados, la libre circulación sigue siendo una entelequia y los jefes étnicos ni siquiera se han puesto de acuerdo sobre una moneda, un pasaporte o una bandera comunes.

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