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Reportaje:

La vía argelina hacia el alto el fuego

Un investigador desentraña el acuerdo secreto entre un sector del Ejército y la guerrilla integrista del FIS

Juan Carlos Sanz

"Desde hace pocas semanas, más de un millar de ex guerrilleros del Ejército Islámico de Salvación (AIS), el brazo armado del FIS, combaten contra los comandos integristas del Grupo Islámico Armado (GIA) en la Mitiya, la planicie de Argel. Se ha cerrado el trato". Son las últimas conclusiones de Luis Martínez -este es el nombre con el que firma sus trabajos-, con pasaporte francés y orígenes familiares mediterráneos. Considerado a sus 32 años como uno de los principales expertos en el conflicto argelino, está a punto de publicar La guerra civil en Argelia (1990-1997)."Para llegar al poder parece necesario haber pasado por el maquis", argumenta Martínez en su obra, una historia urgente del país magrebí entre dos hitos; las elecciones municipales, que marcaron hace siete años la victoria política del islamismo y las locales del pasado mes de octubre, que cerraron el ciclo de votaciones con el que el régimen buscaba su legitimación, tras el alto el fuego del AIS.

Entre ambos comicios el país se ha desangrado -Amnistía Internacional habla de más de 100.000 muertos- en la guerra no declarada que siguió a la ilegalización del FIS, que iba a hacerse con el poder en las legislativas de 1991, y al golpe militar del año siguiente. El investigador del Centro de Estudios e Investigaciones Internacionales (CERI) de París ha participado en Madrid en un seminario internacional sobre el Magreb organizado por la Fundación Ortega y Gasset.

En resumen, el pasado julio un sector del Ejército argelino próximo al presidente Liamín Zerual cerró un alto el fuego con el AIS -"un acuerdo entre militares que excluyó a los políticos", según Martínez- que sorprendió a contrapié al FIS. Su líder histórico, Abassi Madani, fue liberado con la intención de que proclamase la tregua desde el frente político. Madani, sin embargo, creyó que, había sido traicionado por sus comandantes, y lanzó un llamamiento a la mediación del secretario general de la ONU, Kofi Annan. Volvió a ser sometido a detención domiciliaria, sin que se conozca su actual paradero. "Madani no quiso representar el papel que le había sido asignado", explica el investigador del CERI.

En su opinión, para integrar a los ex combatientes islamistas en las estructuras del régimen se les ofreció una futura incorporación a las Fuerzas Armadas, con la contrapartida de poder participar de los inmensos réditos del gas y el petróleo. Su intervención como unidad paramilitar en los últimos combates de la Mitiya es el primer paso. A cambio, el poder establecido desactivaba la amenaza política del islamismo, que estuvo a punto de hacerse con el control del poder civil por la vía de las urnas.

"La Asamblea Nacional Popular [Cámara baja del Parlamento] se queda al margen en este Estado islámico-militar en el que tiene cabida un islamismo domesticado, y que es visto como un mal menor por los países occidentales, a pesar de que Argelia sufra una regresión democrática".

El AIS se suma así a los 200.000 paramilitares armados por el Estado como "policía social" a la caza de unos 8.000 guerrilleros del GIA y otros grupos integristas que operan en el triángulo de la muerte que atenaza Argel con el apoyo logístico de unos 200.000 civiles, según los datos de Luis Martínez, en un conflicto de perfil bajo que se prolongará aún durante varios años. "Se aproxima al modelo colombiano, donde un enemigo necesario sirve para la consolidación del poder".

Sin embargo, otro sector de la cúpula, castrense, encabezado por el poderoso general Mohamed Lamari, se ha opuesto a compartir el poder con el brazo armado de los islamistas y defiende que sólo su completa derrota militar su "erradicación", podrá afianzar al régimen. A finales del pasado verano, el ruido de sables contra Zerual era ensordecedor en Argel. Pero ante la amenaza de golpe de Estado, la comunidad internacional dejó claro que no aceptaría la destitución de un presidente legitimado por las urnas en 1995.

Lamari recibió entonces el apoyo indirecto de un ala del FIS en el exilio, encabezada por su portavoz en Estados Unidos, Annuar Hadam, que intentaba también boicotear el alto el fuego. La respuesta del régimen fue una sentencia de muerte dictada en rebeldía por un tribunal de Argel.

En el análisis de Martínez, el FIS del exilio buscaba crear plataformas políticas con otros partidos de la oposición -los acuerdos de Roma de 1995- mientras los partidos islamistas legales, como Hamás, del jeque Mahfud Nahnah, se apropiaban de su electorado. El AIS, presente sobre el terreno, comprendió la necesidad de negociar con el régimen antes de perder toda su base social. El máximo representante del FIS en el exterior, Rabah Kebir, exiliado en Alemania, se adhirió finalmente al acuerdo.

Matanzas conocidas

"¿Las matanzas más recientes? Una guerra mediática del sector de Lamari para reavivar la amenaza islamista. Lo ocurrido en Bentalah, Sidi Rais... conmovió a la opinión publica internacional porque se hizo público. Murieron entre 2.000 y 3.000 civiles y las cancillerías occidentales no tuvieron mas remedio que alzar la voz. Pero apenas nadie recuerda ahora -no se pudieron conocer con el mismo detalle- los ataques aéreos con napalm contra aldeas en 1994 o el paradero de los 30.000 islamistas enviados a campos de concentración del Sáhara", argumenta Martínez.Este investigador asegura que no hay pruebas de la implicación de los servicios de seguridad en las recientes matanzas, a pesar de las revelaciones que se han hecho en los últimos meses. Sí parece estar comprobado, a su juicio, que fueron toleradas desde el poder: "Lamari dio la orden de que las fuerzas de seguridad debían acuartelarse durante la noche".

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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