En la boca del lobo
Oí ladrar en el Congreso: sentí alegría por haber encontrado allí un signo de la buena especie. No era la oposición, contra el Gobierno. Uno de estos caballeros, enfocado por las cámaras, imitaba al perro con la mano, como quien hace sombras chinescas. La vieja leyenda del doberman. Qué más quisiera Álvarez Cascos. Él, con la voz y la palabra, puede ser más agresivo y mordiscón que la tranquila raza calumniada.Así culminaban la jornada anterior: cuando Almunia se adentró en la guarida del lobo. También le vi entrar, casi empujado por la mano en la espalda del presidente, y me dije: "Pero ¿dónde va ese hombre?". Y ya el lobezno, o lobatón, Miguel Ángel Rodríguez estaba gruñendo al visitante: "Las fauces de furia, los ojos de mal", como en Rubén. Al día siguiente toda la camada le acusaría por haber pedido indultos para unos etarras que reunieran condiciones. Le dicen de todo. Y otros a Rodríguez: es injusto: no es más que un muñeco de ventrílocuo. Un dibujo animado. El triunviro Cascos llamó franquistas a los sociatas, que se lo llamaban a él. A los de Fungairiño, de Luis Herrero, de la película de Franco, Raza, en la televisión. Me parece que franquismo es todo, y todos están atados y bien atados. Con una cuerda que se pierde en el cielo, como las de los faquires.
Almunia es una esperanza blanca, bien situada en las encuestas de opinión, honrado y serio: pero se desgasta en la abulia. Se pierde en una oposición que sólo deja de ser llorona para imitar ladridos. ¿Es verdad, como dice la camada, que pide el indulto a ETA sólo para conseguir el de Filesa? ¿Por qué no pide el de los encarcelados de Filesa, mal condenados porque sólo eran los de tercer orden, porque no se llevaron dinero para ellos? ¿Por qué no pide una amnistía general para los pequeños delincuentes políticos que caen porque la sociedad les condena al hambre o a abstinencias idiotas? En Navidad, o en el Día de Reyes, que son fechas tradicionales donde las bondades oficiales y oficiosas se exhiben, se podrían vaciar cárceles, donde se paga por mucho más de lo que se ha hecho. Y podrían también salir, con los verdaderamente humillados y ofendidos del lumpen, los presos de partido. Los de HB, los del PSOE. Los de delitos de opinión, los de receptores de venganzas. Ah, que no vuelva a la lobera a pedir: en la Cámara; en la calle, en las tribunas. Que no se ladre: que se hable.
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