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CRISIS EN ASIA

Occidente y la tormenta asiática

El excedente oriental de capacidad productiva augura una guerra mundial de precios

A los economistas no les faltan argumentos para prever que la crisis asiática va a originar una importante deflación que afectará al mundo entero en diferente medida, aunque el producto interior bruto (PIB) de Asia no represente más que el 13% del de los siete países más industrializados del mundo, el llamado G7.En primer lugar, el precio en dólares de las exportaciones de los países asiáticos ha bajado de forma mecánica en proporción a las devaluaciones de sus monedas. Además, las devaluaciones y las subidas de los tipos de interés van a asestar un serio golpe a la demanda interior de estos Estados, muchos de los cuales ya no podrán permitirse los productos importados al mismo precio. Otro factor será que las economías locales, que tienen una necesidad urgente de divisas para pagar sus deudas, van a desarrollar estrategias de exportación extremadamente competitivas.

Por último, las pérdidas sufridas por los bancos extranjeros en esta región no dejarán de pesar sobre la oferta de crédito en su mercado nacional. Pero, contra toda previsión, los bancos japoneses no son los que están en peor situación en Asia. El intermediario francés WI Carr revela que de los fondos extranjeros presentes desde hace tres años en Tailandia, Indonesia y Corea del Sur -los tres países de la región que han recurrido más a los capitales extranjeros- los bancos europeos son titulares del 27% (el 30% en Tailandia), frente al 25% de los bancos norteamericanos y el 22% de los japoneses.

Pero más allá del mecanismo vinculado a las devaluaciones monetarias, la amplitud del contagio dependerá, ante todo, de la importancia de los excesos de capacidad industrial de las economías asiáticas y de su habilidad para colocar a bajo precio en Europa y Estados Unidos sus existencias de mercancías.

¿Cuántos vehículos coreanos, y también indonesios, cuántas toneladas de acero tanto en Tailandia como en Corea, toneladas de cemento y de materiales plásticos en Tailandia, cuántos televisores y aparatos eléctrodomésticos en la China popular, o cuántas pastillas de memoria para ordenadores coreanas o taiwanesas esperan encontrar compradores?

Sin embargo, los economistas interrogados consideran que todos los excesos de capacidad productiva no son necesariamente una amenaza par los mercados europeos y norteamericanos. China, que acumulaba a fines del año pasado 360.000 millones de dólares en existencias contabilizadas (el equivalente a 54 billones de pesetas), está abrumada por artículos no vendidos e invendibles, que van desde las prendas textiles de mala calidad hasta los aparatos de una tecnología y un diseño de hace 30 años, producidos en fábricas de la época maoísta y que ya no quieren ni siquiera los chinos.

Para ciertas empresas, como el fabricante de máquinas herramienta Kunming o el de electrodomésticos Shangling, a finales de 1996 las existencias alcanzaban, respectivamente, siete y seis meses de su facturación anual. Por otro lado, ciertos excesos de capacidad afectan en primer lugar a los mercados nacionales.

Es el caso de los gigantescos excedentes de cemento en Tailandia y, de modo más general, todos los materiales de construcción, desde el acero a la cerámica, en un país donde todas las obras están paradas. En cambio, en Tailandia, donde numerosas fábricas de elaboración de artículos textiles han cerrado a causa de la competencia de Vietnam, Filipinas y Laos, el exceso de capacidad en el sector textil parece disminuir.

Más inquietantes son las montañas de existencias en Corea del Sur, donde se continúa produciendo, sin disponer de salida para las mercancías, para mantener ocupada a una mano de obra que disfruta del beneficio del empleo vitalicio. "En Corea, casi todos los sectores de actividad no saben qué hacer con sus artículos no vendidos", cuenta Russel Napier, encargado de estrategia de Crédit Lyonnais Securities Asia en Hong Kong.

Da igual que se trate de productos químicos, aceros, materiales plásticos, automóviles, barcos, o incluso semiconductores de ordenadores o electrónica para el gran público. Y el economista predice: "Como tienen la necesidad vital de vender, van a reventar los precios para inundar con sus productos Europa y Estados Unidos".

En efecto, los riesgos del contagio de deflación son más grandes en los mercados globales, donde las mercancías circulan de un continente a otro y compiten en precio en cualquier esquina del mundo. El enorme exceso de capacidad de productos petroquímicos que existe en Corea, en Tailandia y en Singapur debería acelerar fuertemente la caída, entre un 15% y un 20%, de los precios de los materiales plásticos en el mundo, calcula Janet Yang, analista de química de Salomon Brothers en Hong Kong.

De la misma manera, el acero debería experimentar un cambio de precios bajo el efecto de las ventas de la industria japonesa y coreana, que ayer vendía en los países del sureste asiático y hoy busca nuevas salidas. Pero lo más inquietante para Europa es, sin duda, el amplio "excedente" de mano de obra barata, que puede convertirse en un imán para el traslado de la producción hacia los países asiáticos.

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