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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Universidad y profesión

Amalio Blanco, decano de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid (EL PAÍS, 27 de octubre de 1997), considera extraordinariamente preocupante que los estudiantes de psicología estén muy de acuerdo (6,6 de media sobre una escala de 7) con la afirmación "la universidad debería servir para preparar para el ejercicio profesional", mientras que "dar formación básica y general al alumnado" como objetivo de la universidad sólo obtiene "un tibio apoyo de 4,2".En ésta como en muchas otras cuestiones y debates, la verdad está en lo que se afirma y la equivocación anida en lo que se pretende negar: la formación de profesionales es una de las tareas centrales que la sociedad actual encomienda a la universidad. Bienvenida sea la investigación básica; quien más pueda hacerla y mejores recursos tenga para hacerla que la haga lo mejor que sepa y pueda en beneficio de todos; contribuyamos también con nuestra docencia a que nuestros alumnos aprendan lo que tienen que aprender y aprendan a aprender; pero formar buenos profesionales, médicos, juristas, ingenieros y -¿por qué no?- buenos psicólogos, no es mera cuestión de mercadeo o "instrumento para el ascenso social" sino a la vez un servicio público de primera necesidad.

La universidad es, entre otras cosas y de manera muy principal, un crisol socializador en el que se forma la identidad intelectual y profesional de los alumnos que pasan por ella. Entran alumnos y salen abogados, enfermeros, psicólogos, ingenieros, economistas, médicos, etcétera. Ante nuestros ojos, con nuestra ayuda o sin ella, en los años de su paso por la universidad se fragua en gran medida la identidad de nuestros actuales alumnos y futuros profesionales: para bien, para mal y para regular, con unas carencias o con otras, con unas alianzas o con otras, habiendo escuchado o no determinadas reflexiones, habiendo recibido o no determinados influjos, habiendo podido adquirir o no determinadas sensibilidades, hábitos mentales y compromisos sociales.

La mayor parte de las carreras universitarias se estudian y la mayor parte de los alumnos las estudian como preparación para el ejercicio profesional. De muchas carreras universitarias vale, hoy más aún que entonces, lo que hace más de sesenta años decía Ortega en su Misión de la Universidad: "La Medicina no es ciencia. Es precisamente una profesión, una actividad práctica. Como tal, significa un punto de vista distinto del de la ciencia... De la ciencia toma lo que le interesa para curar o mantener la salud de la especie humana... Entra en la ciencia y toma de sus resultados cuanto considera eficaz, pero deja el resto... La ciencia... consiste en un 'prurito' de plantear problemas... La Medicina está ahí para aprontar soluciones".

No basta buscar la verdad de lo que podemos llegar a afirmar porque lo hemos investigado o lo han investigado otros, hay que entrar también en el tema de la verdad de lo que hacemos. Sobre el que hacer universitario y la función social de la universidad planean algunas ficciones perniciosas. El cultivo de la ciencia por sí misma es a la vez una nobilísima motivación de algunos aspectos del que hacer universitario, pero es también una ficción ideológica capaz de encubrir y legitimar posiciones de privilegio y descompromiso con la función social de la universidad.- Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia de Comillas de

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