Denuncias sobre el peligro ecológico por la destrucción sobre el mar de los viejos misiles rusos
Casi por sorpresa, sin dar tiempo a que los ecologistas se movilizaran, un submarino nuclear ruso lanzó ayer, con intervalos de pocos minutos, varios misiles de 33 toneladas de peso y 14 metros de longitud. Una vez en el aire, estaIlaron en mil pedazos y cayeron al mar junto con toneladas de combustible que, según expertos citados por la prensa, puede resultar extremadamente contaminante. Lo previsto era que se destruyeran ayer mismo 20 cohetes, aunque al caer la noche no había ninguna confirmación de que se hubiera completado la operación.Ocurrió en las gélidas tierras árticas, concretamente en el mar de Kara, y bajo la atenta mirada de inspectores norteamericanos. Era lo acordado, según el tratado START I de limitación de armas nucleares estratégicas, que fijaba en 6.000 el número de cabezas atómicas desplegadas en cohetes balísticos intercontinentales, submarinos y bombarderos pesados.
Naturalmente, los misiles fueron despojados de su letal carga nuclear antes del lanzamiento, pero no del combustible que llenaba sus tanques. Supuestamente, esa operación planteaba graves problemas técnicos. Según un informe publicado ayer por el diario Kommersant Daily, ese combustible, formado por heptil y tetraóxido de nitrógerio, constiuye por sí mismo una bomba peligrosa, pero no atómica sino ecológica.
Como resultado de las explosiones, los técnicos consultados por el diario calculan que caerán al agua en torno a 140 toneladas de la primera sustancia y 360 toneladas de la segunda. Suficiente como para dejar herida de muerte a la fauna y la flora de esa zona.
Una de las fórmulas de destrucción de los misiles que estudiaron los jefes militares rusos fue la de utilizarlos en unas maniobras y lanzarlos hasta la península de Kamchatka, en el lejano océano Pacífico. Finalmente, se desechó esa posibilidad para evitar el riesgo de hacer el ridículo ante los norteamericanos si se fallaba el blanco, ya que la precisión de los cohetes, ya casi obsoletos, no está ni mucho menos garantizada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.