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EL JUICIO DEL 'CASO BANESTO'

Del banco al banquillo

Los once implicados en el 'caso Banesto' se enfrentan a penas que suman 145 años de prisión

Y llegó el día. Eran las 10.12 horas cuando un BMW azul, con cortinillas oscuras en las ventanillas traseras, frenaba ante una de las entradas de la Audiencia Nacional en Madrid. Instantes después, descendía de él Mario Conde. Traje gris marengo y corbata azul. Tenía más prisa que otras veces. Tal vez recordara que a otras entradas triunfantes le han seguido amargas salidas (ingreso en prisión en diciembre de 1994 o una sentencia de seis anos de cárcel por el caso Argentia).Quizás por eso, tampoco hubo en esta ocasión vítores. Sólo un par de presuntos admiradores, perdidos en el maremágnum de micrófonos, flashes, cámaras y libretas del centenar de periodistas que se agolpaban a la puerta de la Audiencia.

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Antes que él habían llegado varios de sus 10 compañeros de banquillo, para los que el fiscal pide unas penas que suman 145 años (para Conde, el que más, la petición es de 35 años y seis meses). Los más madrugadores fueron Francisco Javier Sitges, expresidente de Asturiana de Zinc, y el presunto testaferro del expresidente de Banesto y de Mariano Gómez de Liaño, Eugenio Martínez Jiménez. Poco después, eran casi las 10 en punto, entraba Juan Belloso, ex consejero delegado de Banesto, que dimitió en 1992.

A pie, como los anteriores, llegó Rafael Pérez Escolar, tocado con su inconfundible sombrero gris y acompañado por uno de sus abogados, Jesús Castrillo, vicedecano del Colegio de Abogados de Madrid. Les esperaba el otro defensor, el catedrático José María Stampa Braun.

Aparecieron después de Conde, en tres coches distintos y a intervalos de poco más de un minuto, tres de los acusados con los que Conde mantiene o ha mantenido una relación más estrecha: Gómez de Liaño (abogado y socio), Enrique Lasarte (ex consejero delegado del banco) y Arturo Romaní (ex vicepresidente del banco y consejero delegado de la Corporación Banesto). A ellos se sumaron inmediatamente Jacques Hachuel y Ramiro Núñez (ex secretario del consejo de administración de Banesto).

Ya sólo faltaba uno, Fernando Garro. El ex director general del Banesto de Conde llegó apenas cuatro minutos antes de la hora fijada para el inicio de la vista (10.30 horas). Y estuvo a punto de quedarse en la puerta. Los policías que custodiaban el acceso, en su afán por controlar a los periodistas que entraban en el juicio, le pidieron una acreditación que no tenía.

Todos, acusados y acusadores, abogados y clientes, estaban a la hora señalada en el lugar indicado. El presidente del tribunal, Siro García, que permanecía abajo con los otros dos magistrados, Antonio Díaz Delgado y José Antonio Choclán, subió a su despacho. "Esperamos empezar en hora", dijo. A las 10.30 horas, el tribunal estaba en su sitio. Los fiscales Luis López Sanz y Javier Sánchez Junco, a la derecha del tribunal, preparados.

Entraron inmediatamente abogados de las acusaciones hasta completar 22. Hubo desorden. Acto seguido, el pasillo de la sala recibió una ola incontenible de abogados y abogadas togados. Los 27 abogados de la defensa de los acusados. La crème de la créme de la profesión.

Hubo que añadir un banquillo a los tres previstos para los 11 acusados. El secretario del tribunal, Joaquín Casinello, empezó a gritar el nombre de los acusados. Mario Conde, primero; le siguió Enrique Lasarte, que se sentó, según le indicaba el oficial, junto al ex banquero. Quedaba un tercer sitio a la izquierda de Conde, mirando al tribunal. Fue para Francisco Javier Sitges, un hombre para quien cuanto menos se le hable de Conde, mejor. Sitges entró, vio a Conde en el primer banquillo y amagó a sentarse detrás, en el segundo. El oficial, implacable: "No, aquí no. Usted debe ir allí", dijo, indicándole el sitio a la izquierda de Conde.

Rafael Pérez Escolar se sentó en el centro de la segunda fila, flanqueado por Romaní y Núñez. Tras ellos, Fernando Garro, Juan Belloso y Eugenio Martínez Jiménez. La última fila, para Mariano Gómez de Liaño, que no distendía su gesto adusto, y el extrovertido Jacques Hachuel, que se estiró hacia atrás y se repantigó en el banquillo apoyando sus codos en él.

En frente, los magistrados Siro García, flanqueado a su izquierda, por el ponente, José Antonio Choclán, y a su derecha por Antonio Díaz Delgado. Miraban la romería de togas negras.

Tras más de una hora de sesión, el primer receso de 2,0 minutos. El vestíbulo de la planta baja de la Audiencia Nacional, repleto. El ambiente, distendido. Abogadosn de las defensas y de las acusaciones, en animada tertulia.

Fin del recreo. La ola de togas negras volvió a acomodarse, ahora ya casi de forma automática, en sus localidades. Siro García da la orden y comienza el rosario de peticiones de cuestiones previas. Insulso turno de la acusación. Enérgico envite del defensor de Mario Conde, Juan Sánchez Calero, que tendrá respuesta hoy. Las dos en punto. Finaliza la sesión.

En los pasillos, nuevos intercambios de opiniones. Mario Conde, serio, sale rápidamente. Arturo Romaní continúa como ausente. Enrique Lasarte, cortés, atiende a unos y otros y organiza la salida de los suyos. Los fiscales y los magistrados prefieren una retirada discreta. "Hasta mañana a la misma hora". El primer día del juicio más esperado acaba. Hoy, más.

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