José Cardoso Pires confía en que Lisboa se integre en la modernidad sin perder su alma
El escritor publica un libro de "voces y miradas" sobre la capital portuguesa
Metrópoli decadente y romántica, varada en el Tajo a orillas de un inmenso océano, Lisboa ha fascinado siempre a los artistas. John dos Passos la llamó "una nostalgia dormida" y Antoine de Saint-Exupéry la definió como un paraíso claro y triste. Son algunos de los piropos que ha recibido una de las ciudades más sugerentes de Europa. En vísperas de la Expo de 1998, el escritor portugués José Cardoso Pires ha rememorado sus tiempos de marino y ha publicado Lisboa. Diario de a bordo (Alianza Editorial). "Lisboa debe integrar la modernidad sin perder su espíritu", comenta.
"Tal como estoy situado tengo la ciudad a la espalda. Comercio, multitud, Europa, todo queda atrás. Allí las personas se preguntan la hora unas a otras, mientras que en este reducto olvidado se sabe cómo transcurre el día por el cambio de color del Tajo y no me digan que no es una felicidad dejarse estar de esta manera, junto a una mesa, sobre el agua, las gaviotas saliendo debajo de los pies y pasando a dos palmos de los ojos, en un baile de algarabía". Con párrafos así describe Cardoso Pires (Beira Baixa, 1925) su actitud hacia Lisboa en un libro de "voces, miradas y evocaciones" sobre la ciudad.Confiesa uno de los mejores autores en portugués de las últimas décadas que no siente nostalgia por la Lisboa que conoció de joven. Parece mentira que un portugués no exteriorice melancolía, pero Cardoso lo explica: "Hace 30 o 40 años Lisboa era una ciudad terrible y triste sometida a la dictadura de Salazar y gobernada por militares. El color de Lisboa era gris porque las dictaduras no tienen imaginación y una ciudad está perdida sin imaginación". La libertad estalló en Portugal el 25 de abril de 1974 con la revolución de los claveles y desde entonces esa ciudad blanca que filmara el suizo Alain Tanner recuperó su belleza y su alegría. "Los lisboetas, afirma Cardoso, "consideran la ciudad como su patrimonio y eso se manifestó especialmente durante el incendio del Chiado en el verano de l988".
No sólo Dos Passos y Saint Exupéry mostraron su amor por Lisboa, sino que gentes tan dispares como Simone de Beauvoir, Alfred Döblin o Antonio Tabucchi sucumbieron a los encantos de la capital portuguesa. Cardoso Pires no olvida citar a los escritores españoles "que van de un Molina a otro, de Tirso de Molina a Antonio Muñoz Molina". "Pero no todos", aclara el autor portugués, "cantaron las alabanzas de Lisboa. Ahí están los casos de Alexander Fielding o del marqués de Sade, que trazó un retrato horrible de la ciudad sin haberla visitado nunca".
Paisaje y evocaciones
Como ocurre tantas veces, los vecinos de una ciudad no terminan de reconocerse en las descripciones de los forasteros. Esa sensación también ha invadido siempre a Cardoso Pires, que se aventuró a escribir un libro lleno de sensaciones, de olores y de voces, un texto donde el paisaje exterior se entrelaza con las evocaciones de un lisboeta. Publicado de forma simultánea en cinco idiomas (portugués, español, alemán, francés e italiano), Lisboa. Diario de a bordo fue presentado en la reciente Feria del Libro de Francfort que estuvo dedicada de modo especial a la literatura portuguesa. El libro será presentado hoy en Madrid.Con el horizonte de la Exposición Universal de 1998 -que llevará a Lisboa 15 millones de visitantes, de los que cuatro serán españoles-, Cardoso Pires confía en que la ciudad resista los embates de una modernidad que podría desfigurar sus tradiciones. Con todas las dudas del mundo por delante, el escritor comenta: "Creo que el espíritu de Lisboa está tan arraigado que resistirá los aspectos horribles de la modernidad. Yo no me opongo a lo nuevo, de hecho el arte destruye para luego construir otra vez. Ahora bien, lo que detesto es el urbanismo que diseña edificios que podrían levantarse igual en Lisboa que en Marruecos o en Brasil". Para mostrar hasta qué punto el espíritu de Lisboa llega hasta los cimientos, Cardoso recuerda en su libro que la cerámica portuguesa decora fachadas y estancias, pero también pavimentos de las aceras y hasta las paredes de las estaciones del metro.
Iberista cultural desde hace muchos años, cuando los intelectuales portugueses miraban más hacia Francia o Inglaterra, y autor de obras de narrativa, teatro y ensayo, José Cardoso Pires enumera con satisfacción autores españoles contemporáneos que son traducidos y leídos con frecuencia en Portugal, como Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez Montalbán, Gonzalo Torrente Ballestero Antonio Muñoz Molina. No obstante, lamenta que el público español no conozca a fondo la literatura portuguesa de hoy.
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