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El Ayuntamiento batallará para que se edifiquen tres solares del casco de El Pardo

Antonio Jiménez Barca

Los vecinos de El Pardo cuentan que su barrio se muere. Uno de ellos comentó ayer que en 1997 sólo han nacido tres niños. Por contra, en el hogar de ancianos hay 853 socios. Los residentes en esta parte aislada de Madrid (unos 5.000) rodeada de monte protegido pagan doble los taxis, carecen de autobuses de la EMT y de supermercados. Además, se quejan de que no pueden crecer. La concejala de Fuencarral-El Pardo piensa batallar para poder edificar en tres solares situados en el casco urbano. Hasta ahora, la Consejería de Medio Ambiente lo ha impedido.

"Si quieren que El Pardo se muera, que lo digan, para tenerlo claro", asegura Juan Carlos Camacho, presidente de la asociación Consejo Ciudadano de El Pardo. Para este barrio, el monte espectacular que lo cerca constituye a la vez su mayor lujo y su peor maldición. A sus habitantes les rodean paisajes propios de postal. De vez en cuando, un cervatillo salta la valla que rodea el monte para acercarse a abrevar al río. Pero, a juicio de los que viven ahí, El Pardo está enfermo y se asfixia: tiene exactamente las mismas viviendas que hace 46 años, cuando Franco decidió irse a vivir al palacio que habitó hasta su muerte tras construir las casas de sus servidores. Los hijos de éstos y sus nietos cifraban su última esperanza de crecer en el Plan General de Urbanismo del Ayuntamiento, gobernado por el PP, que en un principio permitió edificar más de 600 viviendas. La Comunidad de Madrid tiró este proyecto a la basura y redujo las futuras viviendas a cero. Las razones son claras: El Pardo se enclava en uno de los parajes naturales más sobrecogedores de la región. El terreno pertenece a Patrimonio Nacional y sobre él no se puede poner ni un ladrillo.

Los vecinos han reaccionado y muestran a quienes quieren verlo tres solares situados dentro del casco urbano que coleccionan cascotes y matojos, rodeados de aceras. Son parcelas en las que se pensó construir hace muchos años que han quedado medio urbanizadas. "Pero la Comunidad dice que esto es monte", dice Camacho. Las pretensiones de los vecinos también pasan por agrandar la colonia de Mingo Rubio, rodeada de un monte de pinos.

El concejal de Urbanismo, Ignacio del Río, del PP, comenta que no va a cejar en su empeño de construir viviendas en El Pardo. Con todo, el pleno municipal aprobó el viernes las últimas modiricaciones que la Comunidad ha impuesto al plan general, entre las que se contaban las de El Pardo. "Pero la vida es larga, e intentaremos convencer a la Comunidad de que su planteamiento es demasiado intransigente", aseguró Del Río.

Trama urbana

La concejala del distrito, Beatriz Elorriaga, del PP, se reunirá esta semana con Patrimonio Nacional. La razón es la misma: "Convencerlos para que nos dejen terminar la trama urbana del pueblo". Sobre estas tres parcelas se podrían construir, según Camacho, unas 300 viviendas, "que impedirían, por lo menos, que El Pardo se con vierta en un geriátrico".Un geriátrico que dispone sólo de un ambulatorio que cierra a las cinco de la tarde. Un geriátrico también demasiado lejano: hace tres meses, un coche atropelló a un anciano en el único semáforo con que cuenta la localidad. El Samur tardó tres cuartos de hora en llegar. Casi por la misma época, a otro abuelo le dio un infarto mientras jugaba a las cartas en el Hogar del Jubilado. El Samur también tardó más de media hora. Un geriátrico que no cuenta con comedores sociales. Así que algunos mayores, que no tienen ganas o sin posibilidad de ponerse a cocinar, acuden a los cuarteles que rodean el barrio a probar el rancho que, por 500 pesetas, ofrecen los militares. El Ayuntamiento deniega los servicios al barrio porque éste no cuenta con los vecinos suficientes.

Ni siquiera cuentan con un enlace con la nueva M-40. Se desestimó por razones de seguridad, en concreto por la proximidad del palacio de la Zarzuela. Los residentes se quejan de que sus hijos tienen que irse a otro sitio a vivir. Y si la descendencia decide quedarse, la perspectiva no es mejor: las sucesivas generaciones deben compartir pisos de 64 metros cuadrados. La asociación de vecinos organizó ayer una manifestación de protesta. Se pusieron carteles colgados de un hilo (como las banderitas de las ferias de Pueblo) con frases como' "Querernos vivir aquí" o "El Pardo se muere". A la concentración no fue más de un centenar de vecinos, menos de los que salieron de misa de 12.00. "Es difícil movilizar a los vecinos de El Pardo, aunque sea a su favor: son muy conservadores", decía Camacho.

La asociación de este hombre ha recurrido al Tribunal Supremo la decisión de la Comunidad de Madrid de impedir el crecimiento. El juez lo ha admitido a trámite. "Es un paso", concluye el vecino.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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