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Reportaje:

Triste adiós para un sindicalista

La financiación ilegal acaba con la carrera de Ron Carey, que alejó de la Mafia al segundo sindicato de EE UU

El movimiento sindical en EE UU parecía haber terminado de limpiar su imagen con la victoria en la huelga de camioneros de UPS en agosto. Pero el fantasma de un pasado de corrupción y relaciones con la Mafia ha vuelto a resurgir con el escándalo que rodea a Ron Carey, el líder de aquella huelga, que precisamente se había hecho famoso por limpiar el sindicato que preside desde 1991, los llamados Teamsters.Carey, cuya reelección al frente del sindicato se había anulado por irregularidades justo después de la huelga de UPS, abandonó la presidencia voluntariamente el martes pasado al formalizarse la denuncia de que utilizó para su campaña electoral 700.000 dólares (más de 100 millones de pesetas) de los fondos de la organización.

Carey ha decidido salir temporalmente del foco de atención, pero si se confirman las acusaciones de un comité de investigación independiente, el sindicato podría expulsarle. Triste e irónico final para un personaje que había conseguido alejar a la Mafia de su organización. La International Brotherhood of Teamsters es el segundo mayor sindicato de EE UU (después de AFL-CIO) y su millón y medio de miembros se reparten en el transporte (camioneros), asistentes de vuelo y funcionarios de la Administración.

Su relación amistosa con el Partido Demócrata es uno de los grandes secretos a voces, y por eso Clinton no quiso intervenir en la huelga de UPS. Carey también fue uno de los responsables de que el Congreso de EE UU rechazara este mes la petición de Clinton de una vía rápida para negociar tratados comerciales internacionales.

Para más inri, ahora la presidencia de los Teamsters parece más cerca del alcance del rival de Carey, James P. Hoffa, el hijo del mítico Jimmy Hoffa, que lideró el sindicato y expolió sus fondos de pensiones en colaboración con la Mafia hasta su misteriosa desaparición en 1975. Aunque hay quien cree que Hoffa sigue vivo escondido, su hijo declaró la semana pasada al Washington Post que el cadáver se hizo desaparecer en una planta de tratamiento de carne en el Medio Oeste.

Ron Carey nació en Nueva York en 1936, hijo de un camionero de UPS. Entró a trabajar en el gigante mundial de mensajería rápida a los 21 años, y a los 24 empezó a ascender puestos en la organización sindical. Mejoró los contratos de sus afiliados y se enfrentó a la directiva nacional, dirigida con mano de hierro y violencia mafiosa por Jimmy Hoffa.

Carey llegó a la presidencia de los Teamsters en 1991 en una elección directa que, por primera vez, garantizaba el voto secreto, para evitar la intimidación. Una de sus primeras decisiones fue reducir su sueldo y deshacerse de limusinas, aviones y chalés del sindicato. Parecía que la democracia y la transparencia habían llegado a los sindicatos, a los que la opinión pública asocia en EE UU con muchos males de la economía y la política.

El escándalo de financiación de Carey se remite a agosto, y desde ese momento su rival para la presidencia del sindicato, James Hoffa, ha aprovechado para definirse como el gran reformador libre de toda culpa, llegando Incluso a acusar a Carey de tratos con la Mafia. Pero el currículum de Hoffa tampoco es inmaculado. Se le ha descrito como un rufián ansioso de poder que trata de explotar su apellido. Además, las elecciones para presidente de los Teamsters se han retrasado para investigar si Hoffa también desvió fondos, como alega Carey, en cuyo caso tampoco podría ser candidato.

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