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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Kiko y Los Monaguillos

Diego A. Manrique

Kiko Veneno se planta insospechadamente en Madrid para tres días de conciertos en una sala de tamaño medio y es... Betis blues again. Si lo prefieren, el Dylan de 1965 pero en 1997 y pasado por Sevilla. El primer impacto es bestial: Kiko trajeado y franqueado por dos hambrientos jovenzuelos con guitarras.La referencia dylaniana puede ser cosa del atuendo, las gafas y el peinado de Antoñito Rodríguez. Tal vez tenga que ver con ese teclado oleaginoso o esa guitarra eléctrica que busca huecos para morder. Tal vez se trate de un espejismo provocado por la rapidez con que surge la versión andaluza de Memphis blues again (¡y pensábamos que era imposible adaptar al Dylan anfetamínico!).

Kiko Veneno

Kiko Veneno (voz, guitarra, armónica); Raúl Rodríguez (guitarra); Charly Cepeda (guitarra eléctrica); Antonio Samuel Rodríguez (coros, percusión, guitarra); Juan Ramón Caramés (bajo); Rafael Montañera (batería); Nigel Roberts (teclados). Artistas invitados: Martirio, Santiago Segura. Sala Caracol. Madrid. 27 de noviembre.

No, más que un espejismo debe ser una revelación. Como el Dylan de 1965, el Kiko Veneno de 1997 ejerce de dinamo humana que controla un ejército furioso, capaz de remodelar soberanas canciones empapadas en vivencias callejeras, agonías nocturnas, sabidurías forjadas por altibajos vitales.

Van cayendo las coplas de la desfachatez sevillana, las invitaciones a mojar el corazón en zumo de naranjas recién exprimidas, los audaces ejercicios narrativos y hasta ese programa existencial llamado Volando voy, el único himno digno de ese nombre que ha surgido en España en los últimos 20 años.

Esto no es flamenco de autor ni rock con raíces ni cosa parecida: hablamos de un artista único y, aunque parezca lo contrario, inimitable. Kiko revisando la crema del repertorio venenoso, en estado de gracia y con nuevos motores aptos para despegar desde la autopista 61. Por favor, que alguien grabe esta bola de fuego antes de que se desvanezca. A este lagarto de mechón blanco le ha salido nueva piel. Piel de reluciente cuero negro.

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