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El gueto marginal de Boetticher "okupa" los cuarteles de Daoiz y Velarde

Jan Martínez Ahrens

Los inmigrantes expulsados a principios de noviembre de la fábrica abandonada de Boetticher y Navarro (Villaverde) han encontrado acomodo en los antiguos cuarteles de Daoiz y Velarde (Retiro). El nuevo asentamiento de este grupo marginal, compuesto por unos 50 africanos (liberianos, angoleños y nigerianos), corresponde a un terreno municipal de 23.000 metros cuadrados, situado en plena avenida de la Ciudad de Barcelona.El Ayuntamiento de Madrid planeó convertir esta vieja Maestranza de Artillería, una de las zonas con más futuro del distrito, en un polideportivo y un área comercial. Para ello sacó a mediados del año pasado un concurso, por 3.000 millones, que finalmente quedó desierto. Los inmigrantes, ahora, han mostrado más interés que los empresarios por este recinto protegido. No en balde conocen bien esta zona de Retiro.

Más información
CERRO DE LA PLATA (1991-1993).
MÉNDEZ ÁLVARO (1993-1996).
BOETTICHER Y NAVARRO (1996-1997)
FÁBRICA DE LA CALLE DE LENGUAS (1997).

Fue precisamente allí donde en mayo de 1993, al ser expulsados de las naves ferroviarias del denominado Cerro de la Plata, emprendieron su particular migración urbana. Sin techo en Madrid, buscaron refugio bajo el puente de Méndez Álvaro, un inhóspito lugar situado a unos 100 metros de su anterior poblado y muy cercano a los cuarteles de Daoiz y Velarde.

Este asentamiento, considerado el más sórdido de la capital, fue abandonado en agosto de 1996 tras un incendio. Su siguiente morada la encontraron en la antigua fábrica de Boetticher y Navarro (Villaverde). Pero en la madrugada del pasado 7 de noviembre nuevamente un incendio y una orden municipal de desalojo por "insalubridad" les obligó a recoger sus escasas pertenencias. Recalaron entonces en otra fábrica de Villaverde.

De esta ruinosa nave, ubicada en la calle de Lenguas y muy próxima a la de Boetticher, fueron desalojados el martes pasado por orden judicial y con presencia de la policía. La medida contó con la aquiescencia del Ayuntamiento.

Por cuarta vez desde 1993 habían perdido su morada, pero no duró mucho su situación de desamparo. El mismo martes, según fuentes policiales, dirigieron sus pasos a los cuarteles de Daoiz y Velarde, donde ya algunos inmigrantes, en anteriores desalojos, se habían asentado. Su vuelta al distrito de Retiro cierra, por el momento, un ciclo de migración detrás del que siempre ha aparecido, junto al malestar vecinal, la mano expulsora del Ayuntamiento y los jueces. Un rechazo que contrasta con las misérrimas condiciones de vida en las que estos inmigrantes (en su mayoría ilegales) se han visto inmersos. PASA A LA PAGINA 3

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Interior lanza un plan para conocer la nacionalidad de los inmigrantes y expulsarlos

VIENE DE LA PÁGINA 1 En su peregrinar por la ciudad, este grupo de inmigrantes africanos (a los que con el tiempo se sumaron una decena de proxenetas y prostitutas españoles) ha erigido su morada en los lugares más sórdidos. Sin agua, sin luz, sin apenas ayuda social, sus asentamientos han constituido un vertiginoso descenso a la miseria. Espacios poblados de drogas y crímenes, en los que las asociaciones humanitarias rara vez han `entrado y, si lo han hecho, apenas han encontrado respuesta. "El Ayuntamiento les ha ofrecido albergues y los han rechazado; tampoco le ha ido mejor a la Cruz Roja, de la que únicamente han aceptado dinero y alguna manta. Tienen miedo, porque muchos son Ilegales y se dedican al trapicheo de droga", señaló una fuente policial.

Ahora, su nuevo asentamiento, en los desangelados cuarteles de Daoiz y Velarde, va camino de convertirse en otra sucursal de la miseria. De las múltiples naves que ofrece el lugar, los inmigrantes han escogido una situada junto a la calle del Alberche. De sus ventanas descerrajadas salía a mediodía de ayer el vapor de un caldero de comida. "A nosotros que nos dejen en paz, vale. Sólo queremos vivir tranquilos", decía un africano. Parco en palabras, como el resto de sus compañeros, el hombre apresuró su paso para evitar nuevas preguntas.

En las naves, entre las figuras esquivas de los inmigrantes, asomaban las basuras. Los habitáculos, húmedos y sin las mínimas condiciones, apenas parecían ocupados. Entre los pocos rastros del nuevo asentamiento despuntaban las maderas tendidas para sortear los charcos y barrizales, y también una valla de obras, colocada en vertical contra el muro que rodea el recinto,y que sirve como escalera de salida.

"¿Que cuántos somos? Pues no sé, muchos, pero yo vengo de paso", contestó otro inmigrante. La pregunta tampoco encontró respuesta en las instituciones. La policía desconoce la cifra exacta de inmigrantes que, con esta nueva oleada, han podido aumentar la okupación del cuartel (al menos, una veintena de indigentes ya lo utilizaban desde hace un año como refugio).

Pese a estas dudas, las autoridades ya han iniciado los trámites para acabar con este asentamiento. La Dirección General de Interior, encargada de las cuestiones de extranjería; la Dirección General de Asuntos Exteriores y la Delegación del Gobierno en Madrid van a ponerse en contacto con las embajadas y servicios consulares de los países subsaharianos para intentar descifrar una de las incógnitas que persiguen a los habitantes del gueto: su nacionalidad. El objetivo es determinar el origen exacto de cada uno de estos nómadas capitalinos para legalizar su situación (por ejemplo, en el caso de los liberianos que han huido de la guerra civil que azota su país) o bien expulsarlos si su situación es ilegal. "No es posible que continúe esta situación, hay que buscarle un remedio", señaló una fuente gubernamental.

En el mismo sentido se expresaban los vecinos de la zona. Muchos ignoraban que los cuarteles se hubiesen convertido en el nuevo refugio de los pobladores de Boetticher y Navarro, pero casi todos se habían percatado del aumento de moradores. "Pues sí, se ve entrar a muchos más y, claro, da miedo", decía un vecino. Un obrero que trabajaba en las proximidades comentaba: "Esto se ha llenado en los últimos días, pero a ver quién se atreve a entrar, allí hay de todo".

El Ayuntamiento, que durante siete años ha dejado languidecer el edificio, asegura que tiene planes para él en 1998, informa Antonio Jiménez. En Gerencia de Urbanismo se maneja un presupuesto de alrededor de 800 millones para poner en marcha, por fin, el polideportivo ideado hace mucho y la sede de la Federación Nacional de Kárate. Actualmente, los técnicos municipales visitan el inmueble para determinar las carencias y aquilatar el presupuesto.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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