_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Geopolítica del islamismo radical

Un pluralismo que permitiera, según, la autora, mayor participación de las élites islamistas aumentaría la estabilidad y aislaría la violencia.

La tendencia islamista, lejos de ser monolítica, se caracteriza por una gran diversidad que la inspira principalmente la distinta manera de concebir sus relaciones con el Estado. La corriente revolucionaria defiende el recurso a la violencia como vía legítima para lograr sus fines de toma del poder, y podríamos denominar como grupos "consensuales" rechazan la violencia y aceptan su participación en el marco político constitucional con otros partidos no islamistas (Hermanos Musulmanes en Egipto y Jordania, el FIS en Argelia, Al-Nahda en Túnez, el Partido Refah en Turquía). Ambas tendencias existen de manera concomitante y aunque el sensacionalismo mediático resalte a los violentos, de hecho son mucho más minoritarios.Los grupos radicales se remontan a los años cincuenta y sesenta. Entre los primeros se cuenta el Partido de la Liberación Islámica, uno de los más misteriosos movimientos islamistas, de origen palestino-jordano, creado bajo el liderazgo del Chayj Taqi al Din al Nabhani fruto de la rivalidad y divergencia con los Hermanos Musulmanes. Este grupo llevó a cabo un primer atentado sin éxito contra el presidente Anuar el Sadat en 1974, en 1983 algunos de sus militantes fueron condenados a duras penas en Túnez y en 1993 fue acusado por las autoridades jordanas de compló contra el rey. En el área jordano-palestina nació también en 1988 el grupo el Ejército de Mahoma (Yaych Muliaminad) Zaydan, y al que se acusó de compló contra el Estado en Jordania.

Otros grupúsculos radicales surgirán en los años sesenta cuando la represión del régimen naserita contra los Hermanos Musulmanes lleve a un sector del movimiento a discrepar con el carácter moderado de la organización madre y crear el grupo Al Yihad (Lucha a Favor del Islam), ubicado principalmente en Egipto, Líbano y Palestina, y Takfir wa Hiyra (Excomunión y Retirada al Desierto). El primero se atribuyó múltiples secuestros durante la guerra civil libanesa y el asesinato de Sadat, en octubre de 1981, y el segundo, el secuestro y asesinato de un ministro egipcio en 1977.

Todos estos grupos, cuyos líderes son difíciles de identificar porque usan a menudo seudónimos y cuyos militantes practican una circulación clandestina en los países musulmanes, si bien comparten el recurso al terror contra la sociedad "impía", no constituyen, sin embargo, una "internacional islamista radical": nacen, desaparecen, se reestructuran, o incluso en ocasiones no son sino una sigla que oculta a los verdaderos promotores no siempre islamistas de la violencia.

En otras ocasiones, el grupo extremista es exclusivamente autóctono y antes de radicalizarse cohabitó con el sistema, como es el caso de las Gamaat Islamiyya de Egipto desarrolladas inicialmente en el ámbito urbano y estudiantil hasta que el acuerdo de paz con Israel en 1979 y la acogida del sah de Persia en el país tras, ser expulsado por la revolución islámica, pusieron fin al modus vivendi que hasta entonces había prevalecido entre el régimen y las Gamaat. La "contribución" de Sadat a la reislamización de Egipto dentro de su estrategia de "desnasserización" del régimen, unida a su política prooccidental y de acercamiento a Israel, fue decisiva para la emergencia del islamismo egipcio en general y de la rama radical en particular.Otras veces el grupo surgirá estructurado en torno a una figura carismática, como el saudí de Juhayman al Utaybi, responsable de la toma de La Meca en 1979. Las denuncias de corrupción, opresión y alejamiento del espíritu ascético de la ideología que creó el Estado saudí por parte de dichos islamistas exigió una rotunda fatwa del islam oficial que justificase la entrada del ejército Al Haram para reducir (y masacrar) a los. rebeldes. Los Batallones de la Fe, que en los dos últimos años han desafiado a la seguridad saudí y americana colocando bombas con múltiples víctimas, continúan la línea del grupo anterior, más radicalizados por la dependencia que el Estado saudí manifestó con respecto a Occidente durante la guerra del Golfo.

Por otro lado, en los años noventa el islamismo extremista va a desarrollarse también en torno a un nuevo grupo: los veteranos de la guerra de Afganistán, símbolo de la victoria del islam contra el comunismo occidental. Muy jóvenes y poco instruidos, estos combatientes conocidos en todas partes como los "afganos", reclutados en su día dede sus Estados Y financiados por Arabia Saudí, van a regresar a sus respectivos países radicalizados por su experiencia a través del combate y van a rechazar la moderación de las grandes organizaciones islamistas donde podrían integrarse. De hecho, o bien van a nutrir las ramas militaristas de algunos movimientos políticos, o bien van a ingresar e incluso liderar grupos violentos como, por ejemplo, el GIA argelino.

Finalmente, habría que señalar el desarrollo, consecuencia de la gran hostili-dad de su entorno, de ramas violentas dentro de movimientos de Hermanos Musulmanes que en otras geografías aplican una política moderada y de inserción en el sistema. Es principalmente el caso de Hamás en Palestina donde la política de bloqueo e intransigencia del Gobierno israelí no hace sino promover y radicalizar a los grupos partidarios de la resistencia armada frente al liderazgo político del movimiento, sin duda tendente al diálogo si se diesen las condiciones para ello.

En realidad- son sobre todo los marcos nacionales de integración o represión del islamismo moderado los que más influyen en la mayor o menor capaciad de acción de los violentos y, por ello, en aquellos sistemas cerrados a la integración de nuevos grupos sociales tanto en la vida política como en la educatia y profesional, la tendencia islamista tenderá a desarrollarse como movimiento donde la identidad tercermundista teñida de antioccidentalismo se verá reforzada. Sin embargo, un marco pluralista que permitiese la movilidad social y la participación de las nuevas élites islamistas contribuiría a la estabililad y a aislar la violencia.

Gema Martín Muñoz es profesora de sociología del Mundo Arabe e Islámico de la Universidad Autónoma le Madrid.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_