El periodista y el juez, viejos conocidos
La apertura en la Audiencia Nacional de un proceso paralelo al que ya sigue un juzgado ordinario de Madrid constituye una decisión susceptible de provocar controversia, como poco, por dos motivos de distinta índole: uno de orden jurídico, dada la aparente dificultad para justificar el inicio de unas diligencias de ningún modo relacionadas directamente con materias que puedan ser de su competencia; otro, referido a las suspicacias que la decisión puede ocasionar a causa de las concomitancias y sintonía de pareceres entre el juez Javier Gómez de Liaño y el periodista Pedro J. Ramírez, a quien la indagación judicial emprendida por aquél tiende a proteger.Al respecto de ese segundo motivo cabe resaltar en primera instancia el argumento bajo el cual Liaño ha abierto el procedimiento: una supuesta salvaguarda de las informaciones e investigaciones sobre los GAL. Una materia en la que el juez instructor del caso Lasa-Zabala y El Mundo han trabajado siempre en paralelo, hasta -el punto de surtirse mutuamente de información a menudo sensible y hasta ese momento reservada. No son pocas las ocasiones en las que el rotativo ha publicado material de un sumario de los GAL declarado secreto. Las coincidencias de criterio han ido más allá de, las informaciones de los GAL. El diario que dirige el principal afectado por la supuesta trama que ahora Liaño quiere desmontar ha estado siempre del lado del juez desde que éste comenzó a ser más conocido de lo que ya es comprensible en su cargo. Ramírez y Liaño no dejaron nunca de defender -el primero desde El Mundo y el segundo desde la Audiencia- al grupo de fiscales que acabó denominándose de los "indomables", entre ellos la propia compañera sentimental del juez, María Dolores Márquez de Prado, que fue trasladada ( ... ) a raíz de "su acritud y sus excesos verbales" para con magistrados de la Audiencia, y hoy es el día en que el fiscal jefe de la Audiencia, Eduardo Fungairiño, exhibe un amplio retrato de Márquez de Prado en primer plano de un mueble de su despacho. Cuando se investigaron las actitudes de los "indomables", el entonces responsable de la inspección de la Fiscalía, Eduardo Martínez Zato, atribuyó su rebelión contra el que era su jefe, José Aranda, a la decisión de éste de querellarse contra el ex banquero Mario Conde, sin antes consultarles a ellos. Y, cerrando el círculo de las viejas amistades, nadie duda de la coincidencia de intereses entre Mario Conde, condenado a seis años de prisión por el caso Argentia Trust y que el próximo día 1 se enfrenta al gran juicio de Banesto, y El Mundo. 22 de noviembre.
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