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Mucho muerto para El Legía

Nadie cree que el acusado del triple crimen de Nerva, que ayer ingresó en prision, actuara solo

Javier Sampedro

Manuel tiene ocho años. Habla como los niños mientras se revuelca por el barro, se destroza los pantalones y tira una piedra de un lado a otro: "Me lo dijo el Luis, a mí; bajo corriendo y me dijo: 'Manuel, Manuel, tío, que mi padre está muerto'. Y yo le digo: "Pero tú qué dices, tío; estás pallá o qué. Y me dice: 'Que sí, tío, que está muerto; que lo han matao en el patio". Manuel tira su piedra y se da otro revolcón. A los 8 años, cuando uno oye una cosa así, es un camelo o una película. Pero su amigo, Luis López, también de 8 años, fue quien descubrió el cadáver dé su padre, Manuel López Ferrer, de 46, el chatarrero asesinado el martes en Nerva. Era la tercera víctima, en dos días, con la cabeza reventada a golpes en ese pueblo de Huelva, de 7.000 habitantes. "Oye, chaval", le dice al niño el periodista, "y Luis, ¿lloraba?, ¿estaba muy preocupado?" Y Manuel recoge su piedra, se encoge de hombros y dice: "Qué va, tío. Le da igual. Y a sus hermanos les han hecho un favor. Quien haya sido, tío, les ha hecho un favor". Manuel se va calle abajo, tan tranquilo, como si le acabaran de preguntar la hora.

En el otro extremo del pueblo, o sea a unos cientos de metros, la Guardia Civil y un grupo de Homicidios llegado de Sevilla salen del cuartelillo con herramientas, vuelven con cajas de cartón, eluden a los reporteros y guardan silencio. El jueves por la tarde detuvieron al presunto autor de los tres crímenes, Francisco Javier González Rodríguez, de 25 años, un ladrón y pequeño traficante apodado El Legía porque su padre fue legionario. El Legía ingresó en la madrugada de ayer en la prisión de Huelva. Pero los vecinos creen que hay, más implicados. Los agentes siguen buscando.

Manuel no es el único que tiene palabras duras para el chatarrero muerto. Y las malas también abundan para su supuesto asesino. Ambos se conocían bien. López Ferrer inició a El Legía en el negocio de la chatarra, y quien sabe en qué otras transacciones. La última vez que se los vio juntos fue el martes, en el entierro de las dos primeras víctimas. Pocas horas después el chatarrero moría.

Un almacenista de unos 60 años, que prefiere no identificarse, comenta en voz baja: ¿Que si conozco a El Legía? Sí, señor; y a toda su família. A su madre le llaman La Pecha. A su tío, El Pecholobo- El padre es un hijo de puta, en mi modesta opinión. Viven ahí, en El Pedal. Son mala gente". Un amigo del almacenista, que es un vecino muy cercano a los Pecholobo, añade: "La familia de El Legía es muy conocida aquí. Su casa está abarrotada de motores y maquinaria. La policía la precintó la noche del último crimen. Normalmente, nadie se mete con ellos. Son gentuza, ¿me entiende?.

Fuentes de la investigación indican que se han encontrado pruebas inculpatorias en casa de El Legía: huellas, cosas qué pertenecían a los muertos, un objeto contundente... No precisan más. El chatarrero tenía tres hijos con, su mujer oficial, una limpiadora en el turno de noche del hospital de Riotinto. Pero durante más de un año, hasta hace cuatro meses, convivió con otra, Dolores Esteban, La Cigarrona , con la que tuvo una niña. Francisco Esteban, hermano de La Cigarrona, que la noche del jueves quiso pegar a El Legía cuando la Guardia Civil lo metía en el cuartelillo, comenta: "Ese hombre [el chatarrerol ha dado mucho pan en este pueblo. Nosotros le hemos vendido mucho hierro. Ahora hay que hacer justicia. Pero El Legía no es el único que está en esto".

Las primeras dos víctimas fueron asesinadas el domingo pasado en la finca El Canario, a las afueras de Nerva. Se trataba de Ángel Gómez, de 65 años, y su sobrino Félix Cabanas, de 35, ambos muy apreciados. El primero, vítído y sin hijos, estaba jubilado tras trabajar varias décadas en Suiza y su diversion era cuidar la huerta arrendada por Félix para cultivar patatas. Este, soltero, trabajaba en el asilo de ancianos del pueblo.Angel Gómez y Félix Cabanas eran tío y primo de otro Félix Cabanas, el abogado de los trabajadores de Diario 16 en Sevilla. Los investigadores barajan la hipótesis de que el móvil de sus asesinatos haya sido el robo.Los vecinos se manifestarán hoy por las calles de Nerva, convocados por dos asociaciones culturales, para exigir seguridad. Tienen miedo. Están convencidos de que hay otros implicados que siguen sueltos. Un ex camarero confiesa,que lleva toda la semana durmiendo con un cuchillo jamonero bajo la almohada. El almacenista comenta: "Este pueblo es peligroso. Los pueblos mineros siempre han sido peligrosos".

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