Detenido por sorpresa el banquero mexicano acusado de fraude
El juego del gato y el ratón establecido desde hace cuatro meses entre las autoridades mexicanas y el banquero Jorge Lankenau, acusado de fraude, tuvo este martes un rocambolesco final. Lankenau, que había logrado evitar la cárcel mediante un amparo judicial, fue detenido por sorpresa cuando acudía confiado a cumplir con un trámite procesal. En ese momento la policía se le echó encima con una nueva orden de captura, esta vez por "delincuencia organizada".
Estupefacto, el banquero fue trasladado de inmediato a prisión. Sus abogados aseguran que la operación es ilegal. Lankenau, prestigioso hombre de negocios y presidente del Grupo Abaco-Confía, uno de los emporios nacidos en la industriosa ciudad de Monterrey, está acusado de haber defraudado 370 millones de dólares (más de 51.800 millones de pesetas) a varias decenas de inversores que buscaban paraísos fiscales fuera de México.Su detención no pudo ser más humillante. Aislado de sus abogados mediante un cordón de 40 policías, el empresario, que se dirigía al Palacio Judicial de Monterrey, fue conducido a empellones a la prisión de Topo Chico, que está justo al otro lado de la calle. Los periodistas pudieron seguir paso a paso todos los acontecimientos. En las fotografías publicadas por la prensa local aparece inmortalizado un Lankenau pálido y confuso recibiendo órdenes de guardianes, quitándose la corbata y entregando todas sus pertenencias, que también quedaron exhibidas a la opinión pública: 14 tarjetas de crédito, toda una colección de amuletos (dos cabezas de ajo, una bolsa con piedras de cuarzo y una cabeza de víbora tallada en hueso), un reloj del ratón Mickey y su querido amparo judicial.
Todo este escarnio alivia sin duda a la Procuraduría General de la República (PGR, entre los ministerios de Justicia e Interior), a quien el caso Lankenau se le había clavado como una espina y le había granjeado duros enfrentamientos con la cúpula judicial mexicana.
El banquero, que estaba sometido a un arresto domiciliario desde agosto, se fugó durante tres días en el mes de octubre, justo cuando la PGR iba a proceder a su detención. Cuando reapareció, tenía un amparo legal que le libró de la cárcel y le permitió seguir en su casa.
Ira popular
La resolución provocó las iras de la opinión pública y del propio procurador, Jorge Madrazo, que encabezó una campaña de linchamiento moral contra el magistrado que concedió el amparo e incluso los propios abogados de Lankenau. La disputa obligó a la intervención de la Corte Suprema mexicana, que respaldó la decisión del juez y acusó al procurador de pretender interferir en la impartición de justicia.
Decidido a llegar hasta el final en un asunto de indudable rédito político, Madrazo optó por esperar una mejor oportunidad para poner entre rejas a Lankenau. Y ésta llegó con una nueva denuncia, esta vez por "delincuencia organizada", que interpuso otro inversor.
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