Los jefes de los servicios secretos de los países de la OTAN celebran una cumbre en Madrid
Madrid fue escenario ayer de una reunión al máximo nivel del denominado Comité Especial, que integran los responsables de los servicios secretos de los 16 países de la OTAN. La cumbre fue presidida por el director del Cesid, Javier Calderón, que ejerce este año la presidencia rotatoria del comité. Su misión es intercambiar y analizar información sobre las amenazas a la seguridad interna de las naciones aliadas que puedan afectar a la OTAN. Por eso, no forman parte del mismo los servicios de espionaje exterior, como la CIA o el MI-6, sino interior, como el FBI o el MI-5.
El Comité Especial, el más especial y secreto de los cientos de comités con que cuenta la Alianza Atlántica, celebra dos reuniones al año a nivel de directores generales o presidentes de los servicios de espionaje.Habitualmente sus encuentros tienen lugar en Bruselas pero en esta ocasión, por vez primera y con carácter excepcional, se ha celebrado en otra capital, concretamente en Madrid, atendiendo a la invitación cursada a sus homólogos por el director del Centro Superior de Información de la Defensa (Cesid), Javier Calderón.
Fuentes aliadas en Bruselas indicaron que la OTAN carece de un aparato propio de espionaje, por lo que depende de la información que quieran facilitarle los países miembros.
A principios de los años 50 se creó el denominado Comité Especial, cuya función consiste en analizar las amenazas a la seguridad interna de las naciones aliadas que puedan incidir en el conjunto de la OTAN.
Contraespionaje
Entre sus principales preocupaciones está el contraespionaje -centrado en el descubrimiento y neutralización de los agentes del KGB soviético durante la guerra fría-, los movimientos desestabilizadores y en menor medida, hasta ahora, el terrorismo, especialmente de carácter internacional.La falta de un aparato propio de espionaje es lo que hace que, a diferencia de los demás comités de la OTAN, la presidencia del Comité Especial corresponda a los propios servicios secretos, que se turnan anualmente en la misma.
El servicio secreto español Cesid se incorporó al Comité Especial en 1982, tras el ingreso de España en la Alianza, aunque su presencia no se normalizó hasta 1986, una vez celebrado el referéndum de la OTAN.
Aunque no se pudo confirmar su presencia en Madrid, estaban invitados a la reunión, entre otros, los directores del Buró Federal de Investigación de EE UU (FBI), Louis Freeh; del Servicio de Seguridad del Reino Unido, más conocido como MI5, Stephen Lander; y de la Oficina de Defensa de la Constitución de la República Federal Alemana (BFV), Peter Frisch.
Varios países cuentan con más de un servicio en el Comité Especial, como es el caso de Francia (DST y RG) o Italia (SISDE y SISMI), y su naturaleza es muy variada, ya que algunos dependen del Ministerio de Defensa y otros de Interior, Justicia o Presidencia.
Como ocurre últimamente en todas las reuniones de la OTAN, se esperaba que acudieran a la cumbre de Madrid los jefes de los servicios secretos de los países invitados a entrar en la organización: Polonia, Hungría y la República Checa.
No trascendió el lugar concreto donde se celebró el encuentro, pero algunas fuentes apuntaron al Palacio de Congresos del Paseo de la Castellana, donde EL PAÍS pudo comprobar que ayer existía un discreto dispositivo de vigilancia, pese a que no había ningún acto público programado.
La única estructura de espionaje propia de la Alianza es su reducida oficina de seguridad, dirigida por el estadounidense Peter Gallant, que ayer estaba en Madrid. La Oficina de Seguridad de la OTAN se encarga del control de la información clasificada y de la concesión de las acreditaciones necesarias para poder acceder a la misma, en coordinación con las autoridades nacionales.
En España, la Autoridad Nacional de Seguridad la comparten el Ministerio de Defensa y el de Asuntos Exteriores, aunque la ejerce por delegación el director del Cesid.
Ésta es la segunda cumbre de espías que alberga España en los últimos meses. A mediados de octubre se reunieron en Mallorca, también invitados por el director del Cesid, los responsables de una veintena de servicios secretos europeos, integrados en el llamado club de Berna, un foro no institucional de intercambio de información.
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