Objetivos claros en Irak
Cuando la alianza liderada por Estados Unidos en la guerra del Golfo expulsó a Sadam Husein de Kuwalt en 1991 se detuvo antes de derrocar al déspota iraquí de Bagdad. (...) La ocasión de eliminar a Sadam no se tomó en cuenta -ahora como entonces- porque Occidente y sus aliados árabes tenían un ojo puesto en Irán. Ir contra Bagdad habría significado "cambiar de bando" tras apoyar a Irak en su guerra contra el Irán de Jomeini de 1980 a 1988. Se consideraba a Irán como la gran amenaza regional, se necesitaba a Irak como un contrapeso y el riesgo era que Irak se fragmentase dando lugar a una república musulmana shií pro-iraní en el sur de Irak. En cualquier caso, se creía que no sobreviviría mucho tiempo a tan devastadora derrota. Pero lo ha hecho, y con parte de su arsenal de armas químicas y biológicas intacto. Las sanciones han llevado la miseria al pueblo iraquí, pero han hecho poco impacto en el régimen. Siete años después, el consenso de la guerra del Golfo ha empezado a desmoronarse. (...) Lo que ahora se necesita es claridad: objetivos explícitos, zanahorias y palos explícitos. (...) EE UU y sus aliados deberían pensar en un Gobierno en el exilio, alternativo a Sadam, y en un programa para reconstruir Irak en torno suyo. (...) Se necesita tiempo para reconstruir la cohesión de los aliados con objetivos claramente definidos. Pero es necesario un límite para dejarle claro a Sadam que no puede ganar. 17 de noviembre
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