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Barajas sufre retrasos en cadena en sus vuelos tras el parón causado por la niebla el domingo

Jan Martínez Ahrens

La niebla abandonó ayer lentamente el aeropuerto de Barajas, pero no así sus efectos, Las nueve cancelaciones registradas y lo, retrasos de 30 minutos que sufrieron la mayoría de los vuelos se debieron, según los portavoces del aeródromo, a un particular efecto dominó originado por el parón registrado la noche del domingo a causa de la niebla y que culminó cuando una pista tuvo que ser cerrada 45 minutos por su escasa visibilidad. El reajuste que ayer siguió a este cierre provocó las protestas de decenas de viajeros, molestos por las demoras. Barajas afirmó que la responsabilidad del alojamiento y traslado de los pasajeros recaía en las compañías. Éstas aseguraron haber atendido correctamente a los afectados.

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Una senda en la oscuridad

La visibilidad volvió ayer a las pistas del aeropuerto madrileño y permitió apreciar en toda su extensión lo ocurrido el domingo. Ese día una espesa niebla se posó sobre el aeródromo. Los problemas -ninguno de seguridad- empezaron a encadenarse. Primero se registraron retrasos cortos, luego éstos fueron alargándose, hasta que a las ocho de la tarde una de las dos pistas tuvo que ser cerrada.No había fallado ningún mecanismo de control aéreo, ni siquiera el sistema de aterrizaje con niebla había dejado de cumplir su función. Sencillamente, la densidad de la niebla era tal que no permitía ver por delante de los 200 metros en pista, el mínimo para tomar tierra en Barajas.

El cierre de la pista duró 45 minutos, lo que, unido al resto de problemas ocasionados por la escasa visibilidad, provocó la suspensión de 60 vuelos, el desvío a otros aeropuertos de siete aviones, así como un sinfín de dilaciones.

"No hay que olvidar que el sistema antiniebla, para su funcionamiento, no sólo retarda la maniobra del avión que se dispone a tomar tierra, sino que requiere que apenas haya movimientos en la pista, lo que produce el, retraso de los otros vuelos", señaló una portavoz de Iberia.

A la mañana siguiente, sobre las siete, el aeropuerto recuperó la visibilidad (hasta 1.900 metros en pista). Una mejora que no dejó de aumentar a lo largo del día. Los pasajeros, sin embargo, se vieron inmersos en el rompecabezas horario de Barajas. Las cancelaciones, suspensiones desvíos y retrasos de vuelos habían desajustado de tal manera el cronómetro de aterrizajes y despegues que los aviones necesitaron todo el día para recuperar el aliento.

Iberia, por ejemplo, registró un retraso generalizado de 15 a 30 minutos y canceló vuelos a Pamplona, Oviedo, Granada (cuyo aeropuerto también sufrió problemas de visibilidad), Almería y Jerez, así como el puente aéreo de las 7.00, las 7.30 y las 8.15.

Efecto en cascada

"Es un efecto en cascada, unos vuelos se han acoplado con otros, otros han dejado de salir y los que tenían que venir se han tenido que esperar; en fin, que se ha perdido la rotación de vuelos y el resultado son los retrasos y las suspensiones", afirmó una portavoz de Iberia. Tanto Spanair como Aireuropa mantuvieron una versión similar.El aeropuerto de Barajas, por su parte, insistió en que, "pese a la niebla", sus instalaciones se habían mantenido plenamente operativas. "El equipamiento de Barajas, para operar en condiciones de baja visibilidad, es el más avanzado del sistema aeronáutico en el campo internacional; sin embargo, cuando la niebla es muy densa, las operaciones han de ser espaciadas por un elemental sentido de la seguridad, lo que provoca, en Madrid y en cualquier aeropuerto del mundo, demoras", afirmó el aeropuerto en un comunicado. En defensa del aeropuerto salió también el consejero de Obras Públicas, Urbanismo y Transporte, Luis Eduardo Cortés, quien insistió en que en cualquier aeropuerto del mundo se producen retrasos como los sufridos en Barajas cuando cae la niebla. Cortés aprovechó para recordar que la Comunidad tiene intención de ampliar el aeropuerto "hasta donde se pueda".

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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