Retorno a la mediocridad
Un 'gol fantasma' de Donato facilita el empate del Deportivo ante el Espanyol
En los tiempos que corren en Riazor no hay margen para saborear las escasas alegrías. Llegaba el Deportivo reforzado por su victoria en Zaragoza, con el público expectante por comprobar si su lustrosa plantilla lograba de una vez asomar la cabeza fuera del hoyo, pero todas las ilusiones volvieron a quedar defraudadas. Se puede ver la botella medio llena y concluir que el juego blanquiazul estuvo ayer algo más fundamentado que en ocasiones anteriores. Pero por muy generoso que sea el juicio, no puede ocultarse que frente al Espanyol el Deportivo consumó su retorno a la mediocridad. Favorecido por un gol fantasma, y ante un adversario que jugó la media hora final con 10 hombres, el Deportivo apenas dio la impresión de poder tumbar a un Espanyol que, fuera de su consistencia habitual, tampoco aportó nada excesivamente meritorio.El partido pintó debacle para el Deportivo desde el primer momento. José Manuel Corral, el interino del banquillo coruñés, regresó a los tiempos del arsenismo y desempolvó el 5-3-2, tal vez con la intención de liberar las subidas de los dos laterales. Sobre el papel el entramado debería proporcionar mayor seguridad, pero el mecanismo chirrió a la primera ocasión. Habían transcurrido sólo cinco minutos cuando Pacheta trazó un buen centro al área donde Arteaga fue agasajado con todos los honores por la defensa gallega. Pareció como si los centrales se apartasen para facilitar la maniobra y el tiro de Arteaga, una magnífica volea que se fue a la escuadra. Cinco minutos y el viento ya soplaba de proa.
Los caprichos del juego compensaron al Deportivo al poco rato. El árbitro, tan malo como el partido, vio gol donde casi nadie fue capaz de apreciarlo. Donato había rasgado el balón con un zapatazo de su sello y el portero Toni se fue a por la pelota desde dentro de la portería. Dio la impresión de que el guardameta llegó a tiempo de evitar que el cuero rebasase la línea. Pero el árbitro es quien manda y concedió gol para desesperación de Camacho y sus chicos.
Por un momento pareció que el Deportivo podría levantar la cabeza. Su juego creció alrededor de Fran, quien felizmente ya vuelve a imitarse a sí mismo, aquel formidable futbolista que ninguna de las decenas de multinacionales fichajes ha logrado enterrar en el olvido. Superados sus problemas físicos, Fran es otra vez el faro del Deportivo, quien ilumina a toda la flota, halla rutas inexploradas en las zonas más rocosas y salva del naufragio al resto de la tripulación. Su problema es que se encuentra solo, como si nadie más pudiese alcanzar su estatura y comprender sus propósitos.
La sabiduría de Fran no halló terreno abonado y la reacción del Deportivo se quedó en un esbozo. El Espanyol recuperó el control del choque, vivió plácidamente hasta la segunda parte y se aventuró en contragolpes que siempre trasladaban la inquietud a las inmediaciones de Songo'o.
La tranquilidad del Espanyol se acabó en el minuto 58, cuando el árbitro expulsó a Galca. A partir de entonces, el grupo de Camacho renunció a todo y se consagró por entero a mantener el empate. Al Deportivo no se le pudo reprochar falta de voluntad. Sin embargo, este equipo siempre da la impresión de jugar cuesta arriba, como si el tránsito hacia la meta fuese una escalada angustiosa con una cima imposible de alcanzar.
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