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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

New York, New York

AUNQUE MUCHOS españoles, y muy especialmente los madrileños, tiendan a olvidarlo debido al paupérrimo nivel de la política municipal, la gestión de una gran ciudad es un desafío de máxima entidad que debiera estar reservada a políticos con peso específico propio. Nueva York, sin duda lo está. Y los ciudadanos de lo que puede calificarse como la gran ciudad por antonomasia, la polis del siglo XX, se lo han reconocido a Rudolph Giuliani, reeligiéndole para un segundo mandato como alcalde en las elecciones del martes. Feudo demócrata desde hace muchas décadas, la llegada de Giuliani a esta alcaldía fue poco menos que una revolución. Para muchos, una contrarrevolución de la que esperaban terribles consecuencias. Sus adversarios aseguraban que la ciudad se hundiría bajo él en el más triste provincialismo, y algunos de sus partidarios posiblemente lo deseaban.No ha sido así. Nueva York es hoy una ciudad más limpia, más segura y de economía más saneada que cuando accedió a su primer mandato en la alcaldía. Giuliani, un republicano moderado, ha hecho lo que la mayoría de los habitantes de una gran ciudad agradece. Los costes y los sufrimientos causados por dicha política no son pocos. Pero sus víctimas, especialmente los segmentos más pobres de la ciudad, no suelen votar en ningún sitio, y menos en Estados Unidos.

Nueva York siempre ha destacado por sus problemas sociales, sus inmensos contrastes, la ostentación de riqueza y la miseria, la criminalidad, la violencia, la corrupción y la degradación urbana. Gluliani ha afrontado sin delicadeza ni mayor escrúpulo dichos problemas y ha obtenido unos resultados palpables que esa mayoría le ha reconocido con el 60% de los votos. Pero esas mejoras han tenido también un alto coste en términos de denuncias contra la policía por abusos, sobre todo por parte de minorías étnicas. Muchos se preguntan si las mejoras apreciables que ha experimentado la ciudad podrán sostenerse largo tiempo por el método de acotar la miseria en guetos que no molesten a la mayoría.

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