¿Fin de fiesta?
Informaba ayer Luis Ayllón en Abc de que el Gobierno de Aznar y los de otros países impulsan la creación de una Fuerza Iberoamericana de Paz que se mantendría a disposición del secretario general de Naciones Unidas. Enseguida añade que el asunto no figura en la agenda de la Cumbre de Isla Margarita (Venezuela), aunque podría tratarse en alguna de las reuniones a puerta cerrada de los jefes de Estado y de Gobierno. Poco futuro cabe augurar a una iniciativa que de antemano cuenta con el bloqueo nada menos que de México, con sus más de 100 millones de habitantes. Además, algunos han querido ver en esta propuesta una nueva versión de otras fuerzas interamericanas de afligida memoria, que sirvieron de elemento decorativo en algunas de las intervenciones militares de Washington al sur de Río Grande. Otra cosa es la conveniencia de una reconsideración del papel de las Fuerzas Armadas en los países iberoamericanos. Recordemos el aciago cometido que se les inculcaba en la Escuela de las Américas a la vera del Canal de Panamá. Eran los tiempos de la llamada Doctrina de Seguridad Nacional, que convertía a los ejércitos en la columna vertebral de las correspondientes dictaduras.Frente a esas inercias miserables se alzó, a partir de 1987, la Comisión Suramericana de Paz, con el embajador chileno Juan Somavía al frente, para declarar la pérdida de vigencia del Sistema de Seguridad Hemisférica y la inadecuación del Tratado Interamericano de Río (TIAR) respecto de los intereses de seguridad de los países latinoamericanos más aún después de la Guerra de las Malvinas, de la invasión de Granada y de las crisis de Centroamérica y Panamá. La comisión aclaró cómo la llamada Doctrina de Seguridad Nacional, y en particular sus tesis de fronteras ideológicas y enemigos internos, era incompatible con el desarrollo de la democracia en la región. Se trataba pues de abolir el poder tutelar de las Fuerzas Armadas sobre la voluntad soberana de los pueblos. La comisión proponía y propone que la búsqueda de paz en democracia se manifieste en el compromiso político de establecer una Zona de Paz entre los Estados iberoamericanos y en la firma de un acuerdo para la solución de tensiones y conflictos análogo al suscrito en Helsinki en 1975 por los países europeos. Por ahí sí que tendrían un prometedor horizonte los convocados en Isla Margarita los próximos días 8 y 9. España, que tan mal ejemplo de militarismo dejó allí, debería ahora intentar el contagio de lo contrario.
Otras cuestiones como la del derecho a la información veraz, que sí figuran en el proyecto de declaración final de la Cumbre de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, han levantado una apasionada polémica estos días en la opinión pública de Caracas. Así lo han percibido los reunidos en Isla Margarita durante el III Foro Iberoamericano de la Comunicación organizado por la Asociación de Periodistas Europeos (APE) y el Centro Iberoamericano de Comunicación y Estudios Sociales (CICES). Por eso los periodistas, tras reconocer que entre sus colegas venezolanos y de otros ámbitos latinoamericanos "se percibe la propuesta sobre el derecho a la información veraz como un amago de venideras censuras", advierten que se enfrentarán con toda beligerancia a "cualquier intento por parte de no importa qué Gobierno de tergiversar el concepto de veracidad o de apropiarse la facultad para definirlo a su propia conveniencia". Los periodistas del III Foro de la Comunicación emplazan a los Gobiernos para informar con la veracidad que ahora reclaman. Al mismo tiempo afirman: "Las habituales tensiones entre los medios y los titulares de los diversos poderes son, por lo general, prueba de salud pública, mientras que bajo los idilios aparentes de prensa y poder siempre hay enfermedades y abusos subyacentes". Además sugieren que la Cumbre se aplique a mejorar la calidad democrática conjurando las amenazas al ejercicio de las libertades y desautorizando las legislaciones restrictivas todavía vigentes en diversos países.
En todo caso, en los próximos días el Gobierno español deberá frenar las pretensiones norteamericanas movidas por el subsecretario de Comercio de Washington Stuart Eizenstat. Si progresara el intento de interferir en las sesiones de Isla Margarita para evitar que la reunión de 1999 sea en La Habana, esta fiesta iberoamericana se habría terminado.
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