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Blair propone reclutar vagabundos en el Ejercito

El primer ministro quiere convertir la legendaria sede del Almirantazgo británico en refugio de los sin techo

El primer ministro británico, Tony Blair, quiere albergarlos nada menos que en él monumento al pasado de glorias navales. El Ministerio de Defensa les promete un futuro en las Fuerzas Armadas. Y el moderno pintor-escultor-provocador Damien Hirst dice que va a vender uno de sus cuadros para salvar a The Big Issue, la revista de las legiones de ingleses desamparados. Dickens -y, sin duda, Margaret Thatcher- se caerían de espaldas: los vagabundos jamás han estado tan cortejados en el Reino Unido.En controvertidas empresas que han colocado en el mismo plano al fantasma de Diana, a jóvenes vagabundos y a viejos soldados, el Gobierno laborista británico está tropezando con reacciones inesperadas. Una de ellas es de pasmo, como la que provoca en bares y clubes nocturnos la aparición de militares políticamente correctos e impecablemente uniformados. Copa en mano, invitan a jóvenes de ambos sexos no a bailar, sino a enrolarse en el Ejército. Otra es de agotamiento: tras una ardua sesión de gimnasia, el experimento de mostrar qué es lo que puede ofrecer el Ejército británico desanimó a muchos jóvenes hambrientos y sin techo. "Yo, te aseguro, prefiero esperar en mi callejón a que alguien me ayude a estudiar informática", dijo exhausto uno de los reclutas por un día.

Pero más clamorosa ha sido la reacción de indignación, por parte de los viejos lores y viejos lobos de mar, e incredulidad, de parte del mundo de los vagabundos, al conocerse la noticia de que Blair se ha propuesto transformar Admiralty Arch, la arquitectónicamente épica sede del Almirantazgo británico, en refugio invernal para 60 vagabundos.

Hace dos días, el First Lord of the Sea, el almirante Sir Jock Slater, empacó las pertenencias de su oficina dentro del monumental edificio eduardiano construido en pleno Mall de Londres. Como buen soldado, no hizo ningún comentario.

Sin embargo, sir Julian Critchley, ex vicepresidente del comité conservador de Defensa, interpretó el sentimiento de muchos viejos militares de la Marina británica atacando con gran desdén la iniciativa de Blair. "Nelson debe estar revolcándose en su tumba", dijo. "¿Por qué no dan Kensington Palace a los vagabundos ahora que la princesa Diana está muerta? ¿O la Cámara de los Lores, ya que es de por sí una casa de desamparados?", declaró con la furia de una tormenta invernal en el Atlántico. Un portavoz de Centerpoint, la Organización de los Desamparados, sólo atinó a expresar grata sorpresa: "No me lo puedo creer. ¡Pasar de una caja de cartón a vivir en una de las mejores direcciones de Londres... !".

El debate ha quedado abierto en parte porque, incluso columnistas liberales y generalmente simpatizantes de Blair y su visión de una "new Britain", el nuevo Reino Unido compasivo, detectan cierto tufillo de dianismo en el abrazo laborista a los desposeídos y, en el caso de la invitación a la mili para los vagabundos más jóvenes, una estratagema para compensar el déficit de 4.000 soldados en las filas del Ejército este año.

Así, no faltan ideas para secundar el impulso benefactor de Blair. ¿Por qué no ofrecer el castillo de Balmoral como residencia temporal para los sin techo, ya que la reina Isabel sólo lo usa en el verano? ¿Y no sería acaso apropiado transformar el yate real Britannia en un hostal? ¿Por qué no darle sentido práctico al controvertido Domo del Milenio convirtiéndolo en un gran refugio para los millares de vagabundos que tiritan en las bocas del subterráneo de Londres? Y, señor Blair, ¿qué tal usar su residencia campestre de Chequers con el mismo propósito?

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Kim Sengupta dio en el clavo en su columna del diario The Independent: "Los gestos dramáticos", dijo, "por más llamativos que sean, no pueden ser sustitutos de soluciones a largo plazo".

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