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La economía será tema prioritario en las relaciones entre China y EE UU

Objetivo conseguido. Jiang Zemin visitó ayer Los Angeles, última etapa de su larga gira por EE UU, con la seguridad de que Washington y Pekín, sin ser todavía aliados y ni tan siquiera amigos, ya no se ven como rivales irreconciliables. Las dos únicas grandes potencias de este fin de siglo han encontrado un terreno común para el diálogo y un objetivo compartido: hacer negocios. EE UU dará a China la importancia que le daba a la Unión Soviética.

Aunque Jiang no había descartado ayer la posibilidad de descansar en Los Angeles, la jornada del domingo fue la última con carácter oficial de su gira. El acto más significativo fue una visita a la sede de Hughes Electronics, una empresa que desde hace 25 años fabrica satélites artificiales para China. El día anterior, el presidente chino había dicho en la universidad de Harvard: "China da la bienvenida a todo aquel que quiera visitarnos, invertir o hacer negocios".Si el periplo de Jiang Zemin y su reunión con Bill Clinton han servido para algo ha sido para convertir en verde la luz ámbar que la brutal represión de Tiananmen impuso durante ocho años al diálogo político y los negocios entre las dos grandes potencias. Ahora, como recordó ayer James Baker, el que fuera secretario de Estado de George Bush, le toca a Clinton convencer al Congreso de que el "interés estratégico" de EE UU es sacarle el máximo partido posible a la mejora del clima.

La cumbre del pasado miércoles en Washington fue la primera de gran envergadura en el mundo surgido del hundimiento de la Unión Soviética. "Intentar conseguir una relación lo menos agresiva posible con China es nuestro problema de política exterior más importante", afirma un alto funcionario del Gobierno Clinton citado ayer por The New York Times.

Dado que en su diseño geoestratégico Pekín empezaba a ocupar el lugar inquietante que durante décadas tuvo Moscú, Washington ha decidido "actuar en consecuencia` ' señala Leslie Gelb, que preside el Consejo de Relaciones Exteriores, un organismo privado de Washington. "EE UU", dice Gelb, "ha comprendido que debe darle al gigante comunista chino la misma consideración qué le daba al soviético. De hecho, la cumbre entre Clinton y Jiang se ha parecido mucho a las que sostuvieron anteriores presidentes norteamericanos con líderes rusos como Jruschov y Gorbachov".

Clinton y Jiang lo han conseguido sin perder el tipo. El presidente norteamericano acalló a los que sospechaban que iba a ser "blando" cuando, en una rueda de prensa conjunta en Washington que pasará por su franqueza a los anales diplomáticos, le reprochó la falta de democracia y las violaciones de los derechos humanos, que, dijo, sitúan a China "en el lado erróneo de la historia". Por lo demás, los grupos que protestaban por la presencia de Jiang han tenido amplia libertad para hacerlo.

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