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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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Un anuncio preventivo de Greenpeace

Si existe un campo en el que la prevención cobra sentido es el de la salud. Cuando se trata de la vida y la salud de las personas, la política más responsable, al tiempo que la única actitud ética posible, es alertar razonablemente sobre sus posibles riesgos. ¿Cabe encuadrar en estas referencias cívicas y éticas el anuncio de media página publicado en este periódico el pasado 5 de octubre en el que Greenpeace previene sobre los efectos posiblemente nocivos para los niños menores de tres años de los juguetes blandos de policloruro de vinilo (PVC) a causa de las sustancias peligrosas que pueden ingerir al morderlos o chuparlos?.Algunos lectores, entre los que se encuentra algún representante laboral del sector fabricante de productos plásticos de PVC, han señalado al Defensor del Lector el "alarmismo" de dicho anuncio en el marco de la "agresiva campaña que desde hace algunos años mantiene Greenpeace contra el PVC en cualquiera de sus utilizaciones". Víctor Lacoma, de Reus, Tarragona, afirma que "deberían contrastarse las afirmaciones ecologistas con los datos científicos independientes antes de desinformar y alarmar innecesariamente". A juicio de este lector, "el PVC es tan reciclable como los demás plásticos, su fabricación tiene los mismos riesgos que cualquier industria química; como tal, el PVC es inocuo, es el más barato, la sanidad lo prefiere y las dioxinas generadas en su fabricación o incineración son, como sabe Greenpeace, las mismas que al quemarse la madera".

En primer lugar, nada hay que objetar al anuncio de Greenpeace desde el punto de vista publicitario. No ataca a productos concretos ni aconseja el consumo de otros en su sustitución. Se limita a alertar sobre los riesgos de los juguetes blandos de PVC -sin mencionar marca, denominación, sigla o procedencia-, precisamente para aquellos consumidores -bebés y niños de hasta tres años de edad- que más expuestos están a un -contacto físico con dichos productos.

Pero la cuestión, evidentemente, es si existe algún dato científico que avale el posible riesgo de los productos plásticos de PVC, sobre todo en el supuesto de juguetes destinados a ser chupados o mordidos por los niños. El Defensor del Lector ha pedido a Greenpeace que razone su oposición a la compra de ese tipo de juguetes. He aquí la respuesta enviada por Oliva Núñez, responsable de Salud y Medio Ambiente de Greenpeace España: "Los juguetes de PVC blando contienen plastificantes tóxicos, denominados ftalatos, que se liberan del juguete al ser mordidos o chupados por los bebés y niños menores de tres años, como el agua en una esponja. De esta forma, los pequeños pueden ingerir niveles importantes de estas sustáncias tóxicas. Estudios de laboratorio en animales de experimentación muestran que el DINP -el ftalato detectado con más frecuencia en esos juguetes- es tóxico para él hígado, riñones y el sistema reproductor. Por esas razones, y en virtud del principio de precaución, los Gobiernos de Dinamarca, Holanda y Bélgica, tras realizar los análisis correspondientes, han pedido a los comerciantes que retiren del mercado estos juguetes. Varias cadenas comerciales de estos países y de Suecia ya lo han hecho. Mientras, en España las autoridades sanitarias siguen sin actuar y tan sólo una cadena comercial (Imaginarium) ha retirado los mordedores y sonajeros de PVC. Hace unos días (20 de octubre), la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) ha pedido a la ministra de Educación que no se utilicen estos juguetes en las escuelas infantiles. Entretanto, las madres y los padres no tienen libertad de elección, pues estos juguetes no están etiquetados".

Ésta es la posición razonada de Gréenpeace. Pero el Defensor del Lector ha pedido a los periodistas de EL PAÍS Malen Ruiz de Elvira y Rafael Ruiz, expertos en temas científicos y de medio ambiente, respectivamente, una opinión independiente y profesional sobre la cuestión. Según dichos periodistas, "el debate sobre el policloruro de vinilo (PVC), un plástico omnipresente en la vida moderna, lleva varios años en la palestra, sin que se haya llegado a cerrar. El contenido en cloro de este plástico lo convierte en contaminante durante su fabricación y cuando se incinera, ya que contribuye a la producción de dioxinas y otros compuestos". A su juicio, "éste es el argumento con mayor peso por parte de los que se oponen a su existencia, pero su utilización como plástico adecuado para usos alimentarios (por ejemplo, botellas de agua) y productos susceptibles de ser chupados, como los juguetes, está también en discusión por la posible contaminación con los aditivos que contiene y con el propio cloruro de vinilo. En este aspecto, el debate no está cerrado. Algunos países y ciudades europeas han tomado la precaución de imponer limitaciones al uso del PVC en la construcción e incluso prohibir su uso en envases alimentarios o de bebidas".

No está, pues, cerrado el debate sobre los posibles riesgos para la salud de los productos de PVC. O, dicho de otro modo, no está asegurada al ciento por ciento la inocuidad de tales productos. Lo cual debe ser suficiente para justificar anuncios de carácter preventivo sobre su uso como el publicado por Greenpeace, sobre todo cuando las posibles víctimas son seres en desarrollo y sin capacidad de discernimiento y de elección. En el terreno de la salud, los indicios fundados sobre la existencia de un riesgo deben tener cautelarmente, el valor de certeza. No hay que esperar entonces a que se demuestre científica e indubitablemente que tal riesgo es inexistente para prevenirse razonablemente contra él. El anuncio de Greenpeace se enmarca, a juicio del Defensor del Lector, en una actitud cívica y ética encomiable, aunque su mensaje pueda ser cuestionado, como es lógico, desde posiciones distintas o en defensa de intereses sin duda legítimos.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor @elpais.es), o telefonearle al número (91) 337 78 36.

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