Las heridas abiertas por una niñera británica
División de la opinión pública de EE UU sobre la cadena perpetua impuesta a Louise Woodward
Los norteamericanos volvieron ayer a dividirse ante la decisión de un jurado popular, unos aprobándola con entusiasmo, otros criticándola con amargura. Según esa decisión, la canguro británica Louise Woodward, de 19 años, es culpable de la muerte de Matthew Eappen, el bebé de 8 meses que tenía a su cargo en un hogar de Cambridge (Massachusetts). Woodward fue condenada a cadena perpetua por asesinato en segundo grado, es decir, con intención y malicia.Louise Woodward, que deberá pasar un mínimo de 15 años entre rejas antes de poder solicitar la libertad provisional, se puso en pie cuando el jurado anunció que había alcanzado una decisión y rompió a llorar cuando la escuchó."¿Por qué me hacéis esto? ¿Por qué? ¡Yo no hice nada!", gritó mientras los alguaciles la arrastraban fuera de la sala. A lo largo del juicio, Louise Woodward proclamó en todo momento su inocencia.
Matthew Eappen falleció el pasado febrero, cinco días después de que comenzara a agonizar bajo el efecto de algún tipo de golpe o sacudida. Los padres, Sunil y Deborali Eappen, acusaron a Louise Woodward, la chica británica que vivía en su hogar en calidad de au pair. Dijeron que llevaban semanas muy inquietos por el comportamiento de Louise, a la que describieron como poco interesada en el trabajo de canguro e indiferente e incluso violenta en su relación con el bebé. La chica fue detenida de inmediato.
El pasado día 23, Louise Woodward fue interrogada sobre la jornada de autos, aquélla en la que, según la acusación, agitó al bebé en el aire y luego golpeó su cabeza con extrema violencia contra una superficie dura. "¿Sacudió usted salvajemente a Matthew?", le preguntó el abogado defensor. "No", respondió Louise. "Golpeó alguna vez a Matthew?" "No". "¿Suspendió alguna vez a Matthew por la cabeza?". "No". "¿Hizo usted alguna vez algo que dañara al bebé?"·. "Nunca".
Woodward añadió que llamó de inmediato a la policía cuando, el pasado 4 de febrero, se encontró a Matthew pálido, con los ojos entrecerrados y respirando con dificultad en su cuna. El bebé falleció cinco días después en un hospital.
Nacida en un suburbio de Liverpool llamado Elton, hija de un carpintero y una empleada administrativa de una escuela, Woodward llegó a Estados Unidos para trabajar como canguro en junio de 1996. El matrimonio Eappen, cuyos dos miembros trabajan como médicos, la acogió en su hogar de Cambridge para que cuidara del pequeño Matthew. Le ofrecieron cama, comida y 115 dólares semanales.
El caso Woodward ha abierto un sinfín de polémicas en EE UU y el Reino Unido. Una, muy típicamente norteamericana, versa sobre si los dos miembros de un matrimonio deben colocar sus respectivos trabajos por encima del cuidado de un recién nacido.
Otro debate es el relativo a las aficiones de Louise Woodward. Los Padres afirman que la au pair sacudió y golpeó al bebé porque estaba enfadada por el hecho de que acabaran de prohibirle salir de noche. Los Eappen ya habían tenido encontronazos con la canguro por este asunto.
Louise Woodward reconoció ante el tribunal que, antes de entrar en casa de los Eappen, había abandonado otro trabajo como canguro en Massachussets porque la familia le imponía un "toque de queda" nocturno.
La defensa ha sostenido que Matthew falleció como consecuencia de una lesión producida antes del 4 de febrero, y ha apoyado su tesis con el testimonio de Michael Baden, un célebre médico forense. Pero la acusación, que también aportó expertos médicos que sostuvieron su versión, logró poner en duda la versión de Badén.
Otro elemento que rodea a este caso es el de la xenofobia soterrada de muchos sectores de la población norteamericana. Desde el pasado febrero, todos los comentarios en EE UU sobre Louise Woodward. la califican sistemáticamente de "la niñera británica", es decir, la extranjera. En el otro lado del Atlántico, se ha percibido con dolor ese matiz. "La mayoría de los británicos pensaba que, con las pruebas existentes, Louise Woodward iba a ser absuelta", dice Glenda Cooper, del diario londinense The Independent. "Pero no ha sido así y hoy en el Reino Unido existe el profundo sentimiento de que hay algo terriblemente equivocado en el sistema norteamericano de justicia".
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