Un gusto especial
Hace unos días se presentó en el Festival de Otoño una compañía de falso ballet; ahora viene una de falsa ópera. En aquella unos bailarines se travestían en bailarinas, interpretaban un programa clásico y le daban un giro cómico: no sólo por la caricatura del sexo, sino por un sentido del humor en los números que interpretaban con calidad y conocimiento. Estuve hasta el final; en esta repetición en el campo de la ópera, sólo resistí la mitad. Algún crítico musical se fue antes que yo; y al tiempo que nosotros salieron otras personas. Me extraña, sobre todo, este fenómeno de las parodias de lo clásico por travestidos dentro de un mismo festival y con pocos días de diferencia. Alguien tendrá una tendencia hacia ello.La cuestión que se plantea en el espectador, aparte de la cuestión del truco del sexo que no siempre es soportable -algunos artistas auténticos lo hacen con genio: Pavlowski, por ejemplo; y algunas de las nuevas queens de cabaret-, es la de reírse en la comicidad estudiada, imitada de Les Luthiers en lo que se refiere al texto, y de admirarse ante la impostación de la voz que convierte a estos hombres en tiples o sopranos. No sentí en ningún momento ni ganas de reírme ni emoción artística: más bien un respeto ante el duro trabajo y por las calidades de imitación de aquello que no se es.
La gran escena ópera company
La gran escena ópera company, de Ira Siff. Traducción al castellano: Braulio Villar. Narración adicional: Bruce Hopkins. Intérpretes: Ira Siff, Keith Jurosko, Philip Koch, Kyle Church Chesebourough, Patrick Jones, Joe Sinimons, Johnny Maldon. Dirección musical y piano: Ross Barentyne. Dirección de escena: Peter Schlosser, Jane Whitehill, Ira Siff. Festival de Otoño. Teatro Lara.
Babelia
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