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Un proyecto italiano devuelve la ciudad a los niños y sus juegos

El autor, Tonucci, opina que sólo ellos mejorarán las urbes

Una experiencia practicada en Fano (ltalia) demuestra que sólo con la participación de los niños tendrán arreglo las ciudades. "Cuando sean buenas para ellos, serán buenas para todos", afirma Francesco Tonucci, padre de un proyecto que ha llevado a los escolares al ayuntamiento. Fano vive tiempos de control de la circulación, de recuperación de los barrios y de respeto al paseo y al derecho a jugar en la calle.

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El proyecto, aplicado en Fano (57.000 habitantes) desde 1991, ha llegado a Palermo, se está experimentando en Rosario (Argentina) y es materia de interés en varios municipios de Barcelona. Francesco Tonucci, su autor, trajo ayer a Madrid la idea con su obra La ciudad de los niños (Fundación Germán Sánchez Ruipérez), bajo el brazo.Ivestigador del Instituto de Psicología del Consejo Nacional de Investigaciones (CNR) de Roma y dibujante, querría ser un niño que no hubiera pasado por las perversiones que ha aplicado el adulto: "Hemos entrado en un camino sin salida y no tenemos fuerza ni ideas para salir de él", comenta Tonucci. "Nos planteamos qué podemos hacer por los niños y la idea es: Cómo pueden ayudarnos ellos para salir de esta encrucijada".

La encrucijada no es otra que la invasión de los daños en las ciudades pervertida, para mayor pecado, por ajustes "que sólo son un desequilibrio entre daños y soluciones, y que cada vez nos alejan más de un futuro de vida posible", dice Tonucci. A modo de ejemplo de esos ajustes cita medidas como la de limitar o eliminar la circulación, durante un día por el peligro de la contaminación y el miedo al cáncer, "pero, al día siguiente, empezamos de nuevo; hasta que los índices vuelven a subir y esperamos a que sea otra vez venenoso para contraatacar. Es absurdo, un niño nunca pensaría así".

La experiencia ha puesto sobre la mesa la falta de respeto a los derechos de los niños y la traición actual al espíritu de la ciudad nacido al término de la 11 Guerra Mundial: Un lugar de encuentro entre la gente y de convivencia donde la plaza es su símbolo. "Somos indignos de nuestros antecesores por lo que hemos hecho" afirma el arquitecto Renzo Piano. Lugares como las periferias están considerados por esta corriente como una brutalidad "que nos devuelve al medioevo dividiendo a ricos y pobres", comenta Tonucci.

Pero el hospital, la guardería, el centro comercial, el campus universitario o el asilo tampoco escapan a la crítica. Separar, separar y separar a los colectivos de ciudadanos va en contra del espíritu inicial de la ciudad, según Tonucci. "Y esto se produce porque el contrato con los ciudadanos alcanza un consenso en virtud del voto. Todo se hace a medida de los que votan y no a la de los niños. En función de las madres trabajadoras o de las familias que no pueden atender a sus ancianos ...".

Los jardines son llanos -"para vigilar mejor a los niños. Es un problema de los adultos"- Se junta a los viejos -"aunque a ellos no les gusta"-. Se organizan los transportes urbanos -"aunque el niño no tome el autobús"- "Son ajustes para unos cuantos y lo que hay que hacer es partir de lo menor para cambiar lo de todos", asegura.

En 1991, Tonucci montó un laboratorio con 30 niños de ocho a 10 años elegidos en las escuelas de la ciudad. Una vez al año una selección de ocho niños acude al pleno del Ayuntamiento, y allí denuncian que no pueden jugar a la pelota en las plazas, -"me la quitó un policía"-; o recuerdan que son un ciudadano más y que es una ofensa que les llamen menores. "Quiero una cancha de fútbol sin entrenador", sugirió un escolar en contra de la conversión de las zonas verdes en sociedades deportivas. Después de estas experiencias, consiguieron jugar a la pelota en las plazas; algunos, ir solos a pie al colegio y muchos, también los adultos, circular por calles peatonales. "Una investigación sueca descubrió que el momento de mayor peligro del niño es el que pasa en el coche de sus padres cuando va al colegio", recuerda Tonucci.

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