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Tribuna
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Hong Kong y la reina de corazones

"¡Que le corten la cabeza!". Durante los dos últimos días los mercados financieros parecen haberse adherido de forma unánime al grito de la reina de corazones, con Hong Kong en el punto de mira. La antigua colonia británica es la cabeza visible del sureste asiático desde el punto de vista financiero.En realidad, el objeto inicial de los ataques no era tanto la Bolsa de la ex colonia como su moneda. El dólar de Hong Kong es la única moneda de la región que ha logrado mantener en los últimos meses su anclaje nominal respecto al dólar estadounidense. Desde 1983, su tipo de cambio ha venido oscilando en una estrecha banda en tomo a los 7,8 dólares de Hong Kong por un dólar estadounidense. La creciente presión sobre la cotización de la moneda china obligó a las autoridades de Hong Kong a anunciar que estaban dispuestas a poner todos los medios necesarios para defender su cotización, lo que sin duda implicaría tipos de interés más elevados. En efecto, el tipo de interés a un día llegó a elevarse ayer hasta el 280%. Esta circunstancia, en una bolsa particularmente sensible a las variaciones en el precio del dinero, propició el desplome de sus valores. Las autoridades de Hong Kong dicen, con razón, que los fundamentos de su ciudad no justifican los ataques a su moneda. Sus empresas obtienen beneficios, las arcas públicas presentan saldos con superávit y sus reservas de divisas ascienden a 80.000 millones de dólares. ¿Por qué el mercado se ha mostrado insensible a estas razones?

El fácil y barato acceso a los capitales externos fomentó una rápida inversión, aumento de la renta disponible y crecimiento del PIB. También trajo consigo la especulación inmobiliaria y una excesiva exposición al riesgo de sus sistemas financieros, insuficientemente desarrollados y regulados. El recurso al ahorro externo, junto con el insuficiente control del gasto público e inflación, condujeron a la sobrevaloración real de la moneda y a cada vez mayores déficit por cuenta corriente. El resultado de todo ello ha sido una situación insostenible que ha derivado en fuertes depreciaciones de sus monedas desde que a comienzos de julio comenzara la crisis en Tailandia: un 55% la rupia indonesia, un 50% el bath tailandés, un 35% el ringgit malayo y un 30% el peso filipino. Taiwan acaba de realizar una nueva devaluación, con lo que acumula una depreciación de más encima del 10% este año. El dólar de Singapur y el won de Corea del Sur también han cedido un 10% frente al dólar. Sólo queda Hong Kong, y las autoridades económicas de la recientemente recuperada provincia china tendrán que demostrar mucha firmeza para desanimar a los especuladores.

El contagio con Occidente es ya más que una posibilidad. Ante estas turbulencias, conviene tomar más en serio las enseñanzas de la última crisis mexicana de finales de 1994. Si bien parecen acertadas las posiciones de algunos economistas clamando por soluciones similares a las de entonces, no conviene olvidar las diferencias. En este caso, ni el FMI se enfrenta a problemas de un solo país ni existe un plan detallado de acción ni la pasividad de Japón puede compararse a los esfuerzos norteamericanos en aquella crisis. Mientras no se confirme que los tigres se enfrentarán con firmeza al problema y se aclare la posición del FMI, ¿por qué habrían de tranquilizarse los inversores?

Antonio Zamora y Carlos Mazarío son socios de Analistas Financieros Internacionales.

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