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El dueño del Arny admite que en su bar había "relaciones" , pero sin niños

Jorge A. Rodríguez

El dueño del pub Arny, Carlos Saldaña, abrió ayer el turno de declaraciones de imputados en el juicio por prostitución de menores, con una parlamento definido por los abogados como de "parar, templar y mandar". El principal acusado admitió que su local era "un bar de ambiente homosexual" donde él fomentaba "relaciones humanas". Incluso admitió que pudo haber relaciones sexuales en los reservados, que se alquilaban por 1.000 pesetas, pero sólo entre adultos, "libre e individualmente". "Nunca hubo menores en el Arny y, si entraron, fue con engaños", dijo.El interrogatorio de Carlos Saldaña consumió la sesión de ayer del juicio que se celebra en la Sección Tercera de la Audiencia de Sevilla. Una hora estuvo bajo el fuego de la fiscal, Marta Valcárcel, que centró su interrogatorio en que el dueño del ya decrépito bar de la plaza de Armas explicara las funciones de cada miembro de la plantilla y en saber si conocía a determinados menores o coimputados. "He contestado lo que vi en el Arny y lo que conocí en el Arny", dijo en un receso, "e insisto en que si allí ha habido prostitución ha sido individual, libre y de personas mayores. Si había menores, es que nos han engañado, no sé con qué métodos".

Y eso sostuvo con firmeza, con. ligeras contradicciones ("tengo gazpacho de fechas", dijo) y sin dudar, según letrados que estuvieron en el juicio, a puerta cerrada para no "escandalizar" a la sociedad. Saldaña no negó lo innegable: que su bar era conocido entre los homosexuales de Sevilla como un bar "de ambiente", donde había cuatro reservados, que se alquilaban por 1.000 pesetas, con sábana opcional. "Yo no sabía lo que ocurría en los res ervados", afirmó, aunque dijo que parte de su trabajo era "fomentar relaciones humanas". Pero de menores, nada. Carlos Saldaña, para quien el fiscal pide 168 años de presidio, aseguró que la posible entrada de menores fue sin su consentimiento y que sólo conoció el caso de un menor que se coló con el carné de identidad de su hermano, mayor de edad. Otros se colaban, alegó, diciendo que iban sólo al baño.

Incluso llegó a admitir parcialmente uno de los asuntos que más alarma crearon en Sevilla cuando saltó el caso: sus viajes por los pueblos de la perifería para reclutar jóvenes. Saldaña reconoció que lo hacía, pero entre jóvenes "no menores de edad".

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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