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La otra obra de El Escorial

El nuevo parque de bomberos, que sufre dos años de retraso, se proyecto sin acometida de agua

El nuevo puesto de bomberos de El Escorial (8.527 habitantes) es un edificio moderno cuyas obras han sufrido un calvario de contratiempos.El edificio nació sin vida porque los encargados de adjudicar la obra aprobaron en 1994, cuando gobernaban los socialistas, un proyecto que no incluía acometidas de agua, luz, teléfono y gas. El olvido era grave: habían hecho un parque de bomberos que no podía recibir las llamadas para atender emergencias y sin fuente para llenar los camiones cisterna.Cuando llegaron los populares y advirtieron el olvido, les sobrevino otro inconveniente. La empresa encargada de las obras suspendió pagos a finales del año 1996. Desde entonces, en el nuevo parque de bomberos de El Escorial no se ha movido un ladrillo.

"La obra está al 90% de su ejecución", explica Luis Mallo, director general de Protección Ciudadana, "y los interventores judiciales ya han resuelto los problemas de la suspensión de pagos, por lo que la empresa volverá en breve a finalizar el parque". ¿Y las acometidas de luz, agua y teléfono? "Hemos tenido que adjudicar un modificado de obras, que nos costará más de 30 millones de pesetas, para dotar de todos los servicios al nuevo parque. En el primer trimestre de 1998 estará inaugurado".

Un parque de bomberos se construye en 18 meses. Pero las obras en El Escorial van más despacio. En este caso, el parque de bomberos habrá. consumido 40 meses cuando se inaugure en 1998. Tiene tres salidas de emergencia para vehículos contra incendios y todas las comodidades de una construcción moderna. Desde fuera, la estructura parece perfecta, pero el edificio es inservible.El puesto actual está apenas a 30 metros del nuevo. Es un módulo prefabricado que se comenzó a construir hace unos diez años como sede provisional. Pero el módulo no es todo lo acogedor que los 10 bomberos que lo ocupan por turnos quisieran. "El invierno pasado ya tuvimos algunos problemas. Entre otras cosas, nos salieron goteras en el techo", decía ayer uno de ellos, que prefirió no dar su nombre.

Este miembro del servicio de extinción ponía cara de resignación cuando se le preguntaba por el nuevo parque: "¿Qué le vamos a hacer? Lleva más de un año así. De vez en cuando vienen un par de trabajadores y le dan algún retoque, pero está ahí, empantanado", añadió el operario, que lleva más de diez años apagando fuegos en la sierra de Madrid y Ávila. "Aquí, en la vieja sede, no estamos mal del todo, tenemos calefacción y aire acondicionado, pero es una pena que ese edificio esté muerto y sin usar", concluyó.

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