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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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Las caras de la noticia

El periodista debe garantizar siempre que su información es veraz, pero no siempre está en sus manos que sea lo más completa posible. La veracidad es un mandato insoslayable, pero que la noticia sea lo más completa posible es un objetivo que ha de perseguirse aunque resulte con frecuencia inalcanzable. La noticia suele tener muchas caras, muchos matices y perspectivas distintas, como para que el periodista pueda captar de un solo golpe y en un espacio de tiempo generalmente limitado todos sus ángulos.Por eso, el periodista y el medio informativo deben estar en disposición de acoger aquellas aportaciones procedentes de fuentes acreditadas qué completen, maticen o desarrollen una determinada información. En realidad, algunas subsecciones de los periódicos, como Cartas al Director o Defensor del Lector, en el caso concreto de EL PAÍS, responden, entre otros, a ese objetivo. Se trata de abrir vías para que los lectores participen también en el desarrollo de la noticia. En el último congreso de News Ombudsmen celebrado en mayo en Barcelona, el profesor del Instituto de Prensa francés Claude-Jean Bertrand señalaba como uno de los elementos de lo que él denomina "sistemas de responsabilización de los medios de comunicación" la posibilidad de que el público pueda corregir o suministrar información sobre sí mismo.

El ojo y la profesionalidad del periodista constituyen el instrumento que garantiza la autenticidad del difícil y delicado proceso de conversión de los hechos en noticia. Pero, partiendo de que el sujeto del derecho a la libertad de información es la sociedad y que los medios informativos modernos -sobre todo los de calidad- han apostado por aumentar las vías de comunicación con sus lectores, es deseable que éstos puedan contribuir a esa información "lo más completa posible", que, en lo que respecta a EL PAÍS, constituye un compromiso profesional de quienes lo hacen. Desde esta perspectiva, tienen un evidente interés informativo algunas de las precisiones que un lector de Palma de Mallorca, Gonzalo O'Kelly, hace a la información publicada en la sección de Economía con el título Spanair y Air Europa, entre las compañías aéreas más 'tramposas'. La información recogía un informe de los controladores franceses sobre los procedimientos empleados por algunas compañías de aviación para conseguir puntualidad en sus vuelos, señalándose como las más "tramposas" -es decir, las que recurren a la presentación de planes distintos para un mismo vuelo- a 10 compañías europeas, entre ellas las dos españolas citadas.

¿Debería haberse contrastado el informe emitido por los controladores franceses con las compañías citadas en el mismo como señala el lector? En este supuesto no parecía obligado ese trámite previsto por el Libro de estilo para los "casos conflictivos", pues la veracidad de la información venía avalada en principio por la solvencia y credibilidad de la organización que legal y profesionalmente tiene encomendados la vigilancia y el control de la seguridad -un bien de interés general- en el espacio aéreo francés. No se trataba, pues, de una información en la que entraran en liza versiones distintas de partes enfrentadas entre sí. No obstante, el titular habría resultado más preciso de haber añadido la coletilla "según los controladores franceses".

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Pero es evidente que el lector -comandante de Spanair- conoce por su oficio el funcionamiento de los sistemas de control del espacio aéreo francés y otros. No se pueden echar en saco roto, pues, algunas de sus observaciones sobre el informe de los controladores franceses, sobre todo la de que éstos no son ajenos a las demoras y restricciones que año tras año sufren los vuelos hacia y desde España, y que no es necesario recurrir a "trampas" para conseguir puntualidad en los vuelos. Lo mismo sucede con el cuestionamiento que hace de algunas de las conclusiones del informe, como que se bloquee "durante varios minutos un mayor espacio aéreo" y que ello exija "la atención de varios controladores". "Es risible esa afirmación", dice, "pues los controladores de todo el mundo, incluida Francia, tienen asignado un sector de espacio aéreo y controlan todo avión que entra en él, previa transferencia del sector precedente. Si se llega a la saturación, cosa que rara vez ocurre, los aviones permanecen en el suelo hasta que aquélla se resuelve. Todo esto quiere decir que en ningún centro de control hay más pantallas que sectores, ni aumenta su número porque se incremente el tráfico".

Rigor y ética

En otras ocasiones, la aportación del lector al desarrollo de la noticia atañe a elementos erróneos o imprecisos de la misma. Mayor motivo entonces para agradecerle su intervención. Es el caso de Carlos Blanco Jiménez, lector residente en el distrito de Latina, de Madrid, que ofrece la fórmula con la que EL PAÍS y otros medios de comunicación madrileños habrían informado con rigor del lugar exacto -calle, barrio y distrito- en que se produjo, el pasado día 8 de octubre, el robo y la posterior recuperación por la policía de un coche con un bebé dentro.Tanto EL PAÍS como, en primer lugar, Telemadrid, a la que la madre del bebé acudió de inmediato en demanda de ayuda, informaron de que el suceso había ocurrido "en el madrileño barrio de Carabanchel". "Bueno, está cerca, pero no es lo mismo, precisa el lector; la calle del General Romero Basart, donde sucedió el hecho, está en el barrio de Las Aguilas, distrito de Latina". Y añade que los distritos de Carabanchel y Latina son totalmente independientes desde el año 1977. Este lector, antes de ponerse en contacto con EL PAÍS, telefoneó al redactor que elaboró la noticia para Telemadrid. "Le indico que no fue en Carabanchel, que fue en Las Águilas, y me dice, reconociendo su imprecisión, que dirá a los locutores que digan en Aluche, porque es más conocido que Las Aguilas". "¡No, no y mil veces no!", estalla el lector. "Los hechos noticiables, en Madrid", expone al Defensor del Lector, "suceden en un lugar determinado; muchas veces en una calle que pertenece a un distrito. No se puede orientar a los lectores/ espectadores: hay que informarles. Podemos, como complemento, ayudarles a situar en el mapa el lugar de los hechos recurriendo a lugares de referencia ('en el barrio de Las Águilas', 'muy cerca -o en la zona- de Aluche'). Si no, seguiremos siendo toda la vida Aluche y, a poco que nos aprieten, Carabanchel. Así, nunca llegarán a conocernos por nuestro nombre. La verdad es que en el fondo me da igual llamarme de una manera u otra, pero ¡es mentira! Y eso no me da lo mismo".

Nada hay que añadir a estas acertadas consideraciones. Simplemente que ¡ojalá todos los periodistas compartiéramos el concepto ético de la información que tiene este lector e incluso su rigor en la forma de redactar la noticia!

Los lectores pueden dirigirse al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número (91) 337 78 36.

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