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"Voy a seguir cuatro a años y después ya se verá"

Xosé Hermida

Manuel Fraga, el presidente de la Xunta de Galicia y candidato por el Partido Popular (PP) a la reelección, cumplirá 75 años el próximo 23 de noviembre. Tras tantos cargos públicos y tantas campañas electorales, se ufana de ser no sólo "el decano de la política española", sino también uno de las personas de este siglo que "mejor han conocido España". De su gestión gallega se declara "razonablemente satisfecho". "Han sido ocho años notables", afirma; "como yo no he soñado con Jauja, sino con hacer una mejora razonable, no veo motivos de frustración".Pregunta. Después de tantos años, ¿no le aburre ya todo este ritual de las campañas?

Respuesta. Hombre, eso es como preguntarle a un sacerdote anciano si le aburre decir misa. A mí no me aburre nada. Lo que sí reconozco es que es un esfuerzo mayor que el ordinario. Pero también es muy gratificante porque uno está en contacto con la gente.

P. Usted, como ya había dicho, no ha tenido problemas para seguir el ritmo de la campaña.

R. Otros sí lo tienen porque se dedican a hablar mientras que yo me he dedicado a enseñar lo hecho, que ha sido mucho.

P. Precisamente por eso, ¿no resulta absurdo que se haya retocado su foto en el cartel electoral?

R. Niego esa afirmación. Me hicieron cien fotos en una mañana y escogieron la mejor. Pero no tiene ningún tipo de retoque. Lo que ocurre es que a mi, que no soy nada fotogénico, alguna vez me sale alguna foto bien. Y punto. Incluso rechacé una estupenda porque era de hace seis años.

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P. El Bloque Nacionalista Galego (BNG) y la coalición de izquierdas aparecen empatados en las encuestas. ¿Le preocupa que los nacionalistas se conviertan en la segunda fuerza?

R. No es mi tema. Yo no le pido votos a nadie ni para el uno ni para el otro. Mi impresión es que se va a parecer bastante a un empate. Es muy relevante lo que ocurre con el PSOE porque acaba de tener un congreso inconcluso, en el que no se ha preparado una sucesión como hice yo, sino un "ahí queda eso". Y da la impresión de que ahí hay mucho lío. Aquí se ha planteado un experimento de coalición de izquierdas y habrá que estudiar muy detenidamente sus resultados. Pero en casa ajena que opinen ellos.

P. Este auge del nacionalismo es desconocido en Galicia.

R. No estoy de acuerdo con eso. Galicia ha sido siempre una comunidad con una entidad muy clara. Las únicas regiones españolas que nadie ha discutido nunca son Galicia y Canarias. Por lo mismo, ha habido siempre un fenómeno de galleguismo, de autodentificación, reforzado por la emigración. Lo que ocurre es que la mayor parte del galleguismo ni ha sido, ni es ni será nacionalista.

P. Usted parece muy molesto con Abel Caballero.

R. A mí me molestan los malos usos. Yo puedo pensar, y pienso, y digo, que fue un mal ministro de Transportes y Turismo. Y que me diga nadie una sola obra en España que vaya unida a su nombre. La gente une mi nombre a la ley de Prensa o los paradores. Pero el señor Caballero ha sido un ministro mediocre. A mí me ha llamado traidor, me ha acusado de desidia criminal, y eso es lo que me molesta. Aunque, usted comprenderá, la importancia que le doy a eso es muy limitada.

P. A veces parece que, intelectualmente, valora más a Xosé Manuel Beiras.

R. No haga interpretaciones porque no le autorizo a hacerlas. El señor Beiras es un valor conocido en Galicia. Lo que pienso de él lo he dicho muchas veces en el Parlamento, donde, por cierto, le he dado un baño cada vez que ha habido un debate. El señor Caballero es un personaje desconocido, que ha hecho su carrera en Madrid, que nunca ha ganado ni ganará una elección en Ponteareas, su pueblo. Y es él quien se ha encargado de hacerse conocido a base de decir barbaridades o de traer al señor Guerra para que las diga mayores.

P. Usted repite estos días que para inaugurar obras hay que hacerlas antes.

R. Será de las afirmaciones mías más difíciles de discutir.

P. ¿Pero no es una actitud ventajista inaugurarlas en plena campaña?

R. No, señor, porque no estoy aquí por herencia ni porque haya comprado el cargo. Me. ha elegido el pueblo para hacer obras y le estoy demostrando que las he hecho. Pero es que, además, contra lo que mendazmente se ha dicho, no hemos reservado obras para ahora. Esa es una frase que no puedo ni consentir.

P. ¿Y, con esa práctica, la institución no pierde su neutralidad?

R. ¿La institución? La institución es absolutamente neutral. Pero el partido que la encarna tiene perfecto derecho. ¿Qué quiere usted? ¿Que no las inauguremos? ¿Que digamos que las ha hecho el señor Beiras? La Administración está obligada a informar de lo que hace y a exhibirlo, naturalmente.

P. ¿Y tampoco le parece exagerado que usted y su partido salgan en la televisión gallega seis veces más que el resto?

R. Pero es que hacemos seis veces más cosas. Yo no tengo la culpa de que dé lugar a mucha más información porque hago más cosas en el día. Yo estoy siempre inaugurando algo o recibiendo a alguien importante, personas que antes no venían por aquí.

P. Usted también repite estos días que en las elecciones gallegas se juega el futuro de España.

R. Tienen una importancia muy relevante. Primero, porque nosotros somos el hijo mayor del PP. Segundo, porque hay cambios importantes en el mapa político. Todavía está por ver hacia dónde tira el PSOE. Aquí va a haber una cierta puesta a prueba de esas relaciones entre, la casa común o la causa común de la izquierda. Y, cuando un Gobierno está subiendo en las encuestas y una parte de su partido se somete a una consulta electoral, importa saber el resultado.

P. Las encuestas dicen que el PP nacional va creciendo, pero no termina de despegarse.

R. Hay una cierta fidelidad de voto que se tarda en perder. Mire usted, yo soy un observador de la política europea y siempre estuve convencido de que el telón de acero iba a caer. Y ahora estoy convencido de que, en este momento, después de que el congreso del PSOE haya confirmado que. ha sido incapaz de asimilar la pérdida del poder, va a producirse un desgarrón importante. Lo veo absolutamente inevitable. ¿Quién es su líder ahora? ¿De dónde viene? ¿Qué autoridad tiene?

P. Parece que Joaquín Almunia no le causa muy buena impresión.

R. No, no, no... Ni una sola palabra mía puede usted interpretarla en ese sentido. Lo que digo es que no me gustaría estar en su pellejo, que es cosa muy distinta.

P. Usted tampoco parece valorar mucho ese gesto de Felipe González de abandonarlo todo.

R. Primero, porque no sé lo que quiere decir. Segundo, porque ha hecho cosas contradictorias con lo que ha dicho. Y tercero, porque ya es la segunda vez que hace eso, después de aquel congreso que no salió a su gusto. Pero de casa ajena prefiero no opinar, salvo que menudo follón se traen los socialistas.

P. ¿Los éxitos económicos del Gobierno de José María Aznar no quedan empañados por esa tendencia a meterse en ciertos conflictos?

R. Los Gobiernos tienen que meterse en conflictos porque lo raro sena que no hubiera conflictos en la vida política. Lo necesario es tener habilidad para irlos resolviendo. ¿Pero a qué conflictos se refiere usted?

P. A esa tendencia del Gobierno a buscar la trifulca con la oposición y los medios de comunicación.

R. Son la oposición y algunos medios de comunicación quienes, en su legítimo derecho, buscan la trifulca con el Gobierno. Y lo de poner la otra mejilla es un consejo evangélico, pero no un precepto.

P. ¿Ha desaparecido el caciquismo de Galicia?

R. El caciquismo fue una práctica propia de la época de transición del antiguo al nuevo régimen. Cuando se implantó el sufragio universal en España, había un 85% de analfabetos y, en sociedades como la gallega, la gente tenía que referirse a alguien que la orientara. Hubo caciques buenísimos y malísimos. Pero hoy, con televisión, con radio, con Bloque, con sindicatos... ¿Cree que hay nadie que no sepa lo que tiene que hacer? Lo que hay es un caciquismo burocrático y quienes más lo han ejercido, que son los socialistas , siguen hablando del viejo caciquismo desaparecido hace mucho tiempo.

P. ¿Qué le ha parecido el supuesto anuncio de retirada que ha hecho su secretario general, Xosé Cuiña?

R. Ahora no es el momento de hablar de retiradas, ni siquiera supuestas como usted dice. Las palabras del señor Cuiña las entiendo en términos de lealtad, aunque no hubiesen sido necesarias, y estoy seguro de que el PP sabrá retener a las personas que han venido demostrando su valía.

P. Siempre se ha negado a establecer plazos para su sucesión. ¿Tampoco lo hará ahora?

R. No hay necesidad. Yo ya he demostrado que sé retiranne para no morir en la cama. Lo he hecho a nivel nacional y lo haré también en Galicia cuando las cosas estén maduras. Y punto.

P. Si gana las elecciones, ¿dará pistas en su próximo Gobierno?

R. No daré pistas de ninguna clase porque los Gobiernos están para gobernar.

P. Durante la elaboración de las listas, un alto dirigente del PP gallego, el presidente en funciones del Parlamento, Victorino Núñez, declaró que usted había perdido la autoridad en el partido.

R. No conozco a nadie serio que haya dicho eso. Si yo hubiera dicho "he hecho las listas del uno al final", la gente comentaría, con mucha razón, que soy un. dictador, que mando demasiado. Las he hecho como siempre. Mantengo consultas discretas con los presidentes provinciales y de ahí salen los cabezas de listas. Sería absolutamente poco seno que yo dijese que el número siete por Clurense tuviera que ser Fulano o Fulana. Hay quien comenta que no mando, que si los barones... Eso es pura y simplemente una estupidez. Yo mando lo que tengo que mandar y jamás les quito el sitio a los demás. Y por eso precisamente he llegado a ser el decano de los políticos españoles.

P. Sí es verdad que ha delegado muchas funciones en Cuiña.

R. Es el secretario general y director de campaña. Hay que delegar y no pretender estar en, todo. En eso consiste saber dirigir.

P. El triunfo electoral sería también un mérito de Cuiña.

R. Un mérito de todos. Y de él, como secretario general, especialmente destacado. Para eso está en ese puesto. Y punto.

P. Recientemente, se ha definido a sí mismo como un ciclista. Si deja de pedalear, se para.

R. Es una metáfora bastante acertada para todos los políticos. Yo procuraré no caerne.

P. ¿Quiere eso decir que va a continuar mientras no le abandonen las fuerzas?

R. Eso quiere decir exactamente lo que he dicho. Frente a otra insidia de la oposición, que afirma que estoy aportando los votos para otro, lo cual es una mendacidad, una bellaquería -no tiene otro nombre-, si a mí el pueblo gallego me renueva la confianza, mientras Dios me mantenga, dentro de esos cuatro años, yo voy a estar aquí. Después ya se verá.

P. ¿Y le gustaría estar dentro de cuatro años en el mismo trance?

R. Ésa es una pregunta a la que no voy a contestar porque alguna vez que la he contestado, con frases de sentido común, he sido mal interpretado. Pero, efectivamente, hay que reconocer que eso es muy poco probable.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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