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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El último Kohl

HELMUT KOHL se ha lanzado con todo su peso político contra los elementos adversos. No se sabe si va a revalidar el próximo septiembre su puesto de canciller por quinta vez tras los numerosos errores que ha cometido y el desgaste que ocasionan más de tres lustros en el poder. Pero, en cualquier caso, Kohl da muestras de liderazgo político y ha enarbolado la bandera de la moneda europea, un proyecto nada popular en Alemania. Tras la unificación del país, éste es el gran proyecto histórico de Kohl, de cuyas bondades quiere convencer a sus conciudadanos, a pesar del apego de éstos al marco y a su consabida estabilidad. Merece un respeto por ello.Kohl, que ha recuperado su instinto político en el congreso de la CDU que ayer se clausuró en Leipzig, está ante su última oportunidad. Tanto, que de modo informal ha designado ya un delfin al que "le gustaría" ver ocupar "un día" su actual puesto: el líder de su partido en el Bundestag, Wolfgang Schäuble. Con lo cual, decidido a entrar como canciller en el siglo XXI, ha dejado claro que éstas serán sus últimas elecciones.

Este político aparentemente incombustible no se había visto antes frente a tantas dificultades: los sondeos atribuyen una clara mayoría a la coalición de socialdemócratas y verdes, existe un cansancio de los alemanes ante él y reticencias ante la moneda única. Además de su desgaste personal e histórico, Kohl tiene en su contra el alto nivel de paro, que afecta a 4,5 millones de personas en una Alemania cuya unificación, en gran parte un éxito personal suyo, ha abierto muchas heridas y cerrado en falso otras tantas cicatrices.

En Leipzig, la CDU -con el apoyo explícito de los socialcristianos bávaros (CSU) del ministro de Finanzas, Theo Waigel, socios de Kohl en el Gobierno- se ha colocado detrás de Kohl y de su programa, que, junto a la moneda europea, se centra en la creación de empleo "para todos", una reforma de los impuestos que los socialdemócratas han parado en la Cámara territorial (Bundesrat), donde tienen mayoría, y la lucha contra la criminalidad. Aunque la CDU celebrará en mayo un congreso programático, las líneas esenciales de la propuesta de Kohl han quedado trazadas en Leipizig.

En su apuesta política, Kohl cuenta con varias bazas. La economía alemana está volviendo a arrancar. Cuando lleguen las. elecciones puede estar creciendo a un ritmo superior al 3% y reduciendo significativamente el desempleo. En segundo lugar, al contar con un delfin designado, Kohl puede tranquilizar a su electorado e introducir un aire de renovación. Por otra parte, al tomar el estandarte de la moneda única europea, la. CDU coge con el pie cambiado a una oposición socialdemócrata dividida, pero que difícilmente podrá hacer campaña contra el euro en septiembre, una vez tomada la histórica decisión europea en mayo. Finalmente, los socialdemócratas tienen que designar aún a su candidato: ¿Schröder, el más popular, o Lafontaine, con menos posibilidades de ganar, pero con el aparato del partido bajo su control? La respuesta vendrá de la mano de las cinco elecciones regionales que quedan antes de las generales.

Kohl es un político nato que quiere ganar o salir del cargo con los pies por delante. Gane o pierda en las elecciones, pasará a la historia con nombres tan significativos para Alemania como los de Bismarck o Adenauer. Ninguno de los errores cometidos en los últimos tiempos podrá evitarlo.

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