El barroco lejano
El horizonte musical es hoy muy dilatado gracias a la constante investigación y práctica de una serie, de benefactores del arte entre los que cuentan el catalán Jordi Savall (Igualada, 1941) y el holandés Ton Koopman (Zvolle, 1944). Debemos a hombres así el que cobre vida una importante herencia musical no ya como materia de estudio sino también como experiencia estética.Así sucedió con los pentagramas de Sainte Colombe, de su discípulo Marin Marais, de Antoine Forqueray y, en menor medida, por su mayor difusión anterior, de Louis Couperin. En el entorno de Bach, Karl Friedrich Abel (Köthen, 1723), que en Londres hacía música con Johann Christian Bach. Todos ellos, incluido Bach, el grande, estaban presentes a través de sus obras en el primer concierto de la serie Liceo de Cámara que patrocinan el Ministerio de Educación y Cultura y la Fundación Caja de Madrid.
Cielo Liceo de Cámara
J. Savall, viola da gamba, y Ton Koopman, clave. Obras de Marais, Sainte Colombe, Couperin, Forqueray, Abel y Bach. Auditorio Nacional. Madrid, 14 de octubre.
Se llenó la sala de cámara de Príncipe de Vergara pues figuras como la del admirable viola da gamba y el no menos admirado clavecinista constituyen verdaderos mitos para amplios sectores de la filarmonía. Marin Marais ha podido alcanzar incluso la popularidad gracias al filme Tous les matins du monde (1991), que protagoniza precisamente Jordi Savall.
Escuchamos una fantasía de Sainte Colombe y una sonata de Abel, ambas para viola da gamba sola, que responden a distinto espíritu pues en tanto el primero representa el gusto del barroco francés, el segundo sigue a Bach en la tensión de su discurso y en juego polifónico. Las versiones de Savall, solista, promotor y director de onda universal, fueron sencillamente ejemplares por belleza sonora y flexibilidad expresiva. Koopman tocó primorosamente y en consumado virtuoso una preciosa Chacona de Couperin y la Tocatta en sol mayor (BW V 916) de Bach.
En tres aires de Marin Marais, los Retratos musicales de Forqueray y la Sonata en re mayor, de Bach, los dos concertistas lograron la más bella unidad musical al sumar las voces de la viola y el clave. Resumen: una inauguración prometedora de un ciclo ya apasionante en el mismo programa.
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