La 'banda de los Miami', procesada por vender 'éxtasis' en discotecas
Once miembros de la llamada banda de los Miami, catalogada como una de las tres grandes redes de distribución de drogas de diseño en discotecas de Madrid, han sido procesados por delitos de narcotráfico y tenencia ilícita de armas.Este clan mafioso, que centró sus miras criminales en jóvenes bakaladeros, fue desarticulado en octubre de 1996 tras tina redada policial simultánea en una decena de viviendas de la, capital. Hubo 15 detenidos, de los que cuatro han sido ahora exculpados. Los Miami actuaron como una banda muy organizada, captaron menores como camellos en sus redes y llegaron a controlar una suculenta parte del trapicheo de éxtasis que inundó algunas de las discotecas más marchosas de la capital.
En los registros, la policía se incautó de casi 10.000 pastillas de éxtasis, cerca de seis kilos de cocaína y de un arsenal (pistolas, escopetas, rifles, machetes ... ).
El sumario, instruido por la magistrada Pilar Alhambra, se encuentra ya en la Audiencia Provincial a la espera de que el fiscal y el resto de las partes califiquen los hechos y se fije la fecha del juicio. La juez Alhambra establece en el auto de procesamiento que el clan de los Miami constituyó, hasta su desmantelamiento, una auténtica organización piramidal, en la que había jefes, mandos intermedios y camellos (que iban de discoteca en discoteca ofreciendo pastillas).
Dos miembros del clan figuraban a la cabeza de la banda: los procesados Mario Z. A. y Ricardo R. M., según el auto de procesamiento. Sus 11 miembros, salvo uno, se encuentran ahora en libertad provisional bajo fianza de un millón de pesetas.
La juez ha decidido mantener en prisión incondicional a Manuel M. A., alias Víctor, quien tenía a su cargo, en una vivienda de la calle de José Bergamín, la mayoría de las armas y drogas que la banda dispuso para sus fechorías. A los 11 les imputa delitos de tráfico de drogas; y a tres de ellos, además, tenencia de armas: se trata de Manuel M. A., Manuel T. M. y Julián R. M.
Los eslabones más bajos de la pirámide estaban sometidos a una férrea disciplina: bajo la amenaza de recibir una paliza, como ocurrió en varios casos, se les exigían resultados, vender al menos 1.000 pastillas por semana. Los jefes disponían de guardaespaldas que propinaban ejemplares palizas. El testimonio de un camello de la banda, que recibió una brutal paliza, condujo a los Miami.
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