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Entrevista:

"Mi mujer y yo no teníamos ya ninguna relación"

Adolfo Cristóbal Díaz, de 46 años, podría estar luciendo ahora en sus hombreras dos estrellas de ocho puntas como teniente coronel de artillería, igual que sus compañeros de promoción. Pero un tribunal de honor entendió que había consentido el adulterio de su esposa con un teniente de infantería, y le separó del servicio cuando desempeñaba el grado de capitán, hace 18 años. La medida fue avalada seguidamente por el Ministerio de Defensa y el Tribunal Supremo.El Tribunal Constitucional (véase EL PAÍS de ayer) ha anulado aquella orden ministerial al entender que en el proceso se vulneraron derechos fundamentales, como el de la intimidad personal y familiar, y considera que el comportamiento reprochado se refería a algo tan privado como es la propia relación conyugal. En una entrevista concedida ayer a EL PAÍS, Cristóbal Díaz asegura que ha olvidado el pasado y expresa su obsesión por volver al Ejército, su vocación.

Pregunta. ¿Qué le parece la sentencia dictada por el Constitucional?

Respuesta. Me libra de todos los problemas que tuve en su momento, debido a malos entendidos. Yo no consentí ningún adulterio porque no había ninguna relación entre esa señora [su esposa entonces] y yo. El vínculo estaba roto por completo. Lo que pasa es que no pude aclarárselo a mis compañeros. Ellos recibieron órdenes de montar un tribunal de honor y lo tuvieron que hacer. No tengo nada en contra de ellos, al contrario, digamos que en un momento determinado me beneficiaron porque, gracias a los 18 años que he estado fuera del Ejército, he podido conocer mundo y abrir la mentalidad. Yo soy un militar vocacional y quería volver a la milicia, pero no por resentimientos, sino para que mi honor quedara totalmente limpio. La sentencia Me lo reconoce.

P. ¿Entonces, cuando surgió todo, se había planteado la separación de su esposa?

R . No existía el divorcio, yo tuve que, poner un recurso de nulidad matrimonial ante la iglesia antes de que ocurrieran los hechos. Lo que pasa es que el tema trascendió al exterior porque a ella la vieron con otras personas. Eso hizo pensar y ocurrió lo que ocurrió... quiero que quede bien claro que aunque la sentencia inicial hable de consentimiento de adulterio, no hubo consentimiento, porque estaba claro que yo no la podía matar; ni adulterio, pues ella hacía su vida aparte. Además teníamos una hija en común y yo era muy católico en esos momentos, ahora lo sigo siendo pero un poco menos, y tenía unos esquemas mentales muy bien definidos: Dios, la patria, el Ejército y, a miles de kilómetros, la familia. Ese concepto de la religión me impedía romper un vínculo hecho ante Dios.

P. ¿Qué opinión le merece el tribunal de honor en el Ejército, como tal institución?

R. Para ciertos asuntos está muy bien, incluso ahora se reconoce, cuando hay que poner el sentido del deber y de la dignidad del militar por encima de cualquier tema. Pero las decisiones no pueden ser tan desproporcionadas con los hechos juzgados, como en mi caso, porque nunca me podía suponer que el castigo fuera la separación del servicio, que no expulsión, pues a mí nadie me ha dado la baja en el Ejército: me han retirado. Lo que sí quiero es mostrar mi agradecimiento al ponente del Constitucional, el magistrado Carles Viver, y al ex ministro de Defensa Julián García Vargas, quien me mandó una carta personal animándome a seguir en el proceso y me aconsejo que cambiara la vía del contencioso-administrativo a la del Supremo. Fue todo un caballero.

P. ¿Cuál es su reacción ahora?

R. Para mí está todo olvidado, tanto el tribunal de honor, como la orden ministerial, la anterior sentencia del Tribunal Supremo y lo que me pasó. Ahora tengo una nueva vida por delante.

P. ¿Cómo ha vivido estos 18 años?

R. Ha sido un suplicio chino, porque cuando uno es militar vocacional y ve un uniforme por la calle, aunque sea de otro país, se siente morir. Encontré trabajo en la multinacional francesa Semat, dedicada al tratamiento de residuos sólidos, con la que estuve trabajando en España, Francia, Venezuela y Chile; luego me relacioné con el mundo cooperativo agrario y ahora estoy en paro. En ese tiempo me casé, tengo dos hijos maravillosos y una vida rehecha totalmente. Ojo, pero siempre estuve pensando que tenía que volver al Ejército.

P. ¿Qué espera ahora del Ministerio de Defensa?

R. Lo que decidan ellos. No sé qué opinión tienen de este tema, es una cuestión jurídica. Tendremos que acudir a la ejecución de sentencia, y el ministerio sabrá cómo lo debe hacer. También dice ahí [la sentencia] que me tienen que devolver dinero... Que quede muy claro que eso me trae sin cuidado, pues yo lo que quiero es que me reingresen lo antes posible. Ahora mismo me considero militar cien por cien, desde el 27 de septiembre [fecha de la sentencia] y el código militar me impide pronunciarme sobre lo que puedan hacer los mandos.

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