Ni subimos ni bajamos

Galicia reúne todos los rasgos de las economías periféricas y, en esa situación, parodiando el aforismo del gallego en la escalera, tampoco queda claro en su macroeconomía si sube o si baja. Oficialmente, ha superado en cuatro décimas el índice de crecimiento español de los últimos seis años; sindicatos y oposición, sin embargo, precisan que ésa es precisamente la distancia contraria, la que aleja, por debajo, al índice gallego respecto a la media nacional. Sí hay unanimidad en que lo que de verdad aumenta es el número de pensionistas, que supera el 22% de la población de derecho, y el de parados, que raya el 20% de la población activa. Con más o menos crecimiento económico, estos dos indicadores revelan un lastre que determina el alza del empobrecimiento social.Entre 1990 y 1996, el conjunto de los sectores productivos de Galicia creció un 9,79%, según la Xunta, que lo mide en términos de Valor Añadido Bruto a precios de mercado (VAB pm) y no de PIB "por la dificultad que presenta a nivel regional la estimación de los impuestos ligados a la importación y del IVA que grava los productos". Según ese criterio, la economía gallega ha aumentado, en dos centésimas su aportación al VAB pm español, y en Galicia ha elevado en más de tres puntos la renta familiar bruta disponible (1.267.220 pesetas), equivalente al 92% del promedio español.

Con el referente del PIB, éste ha crecido en Galicia, entre 1988 y 1995, un 1,7% y en España un 2,2%. El nivel medio de renta gallego, el PIB per cápita, equivale al 82%-83% del español y a un 63% del europeo.

En Galicia hay empresas de gran resonancia, como Citroën, Inditex-Zara o Pescanova, pero su tejido empresarial se caracteriza, sobre todo, por la atomización.

De las aproximadamente 75.000 empresas registradas, casi la mitad, tiene un solo empleado. Con más de 100 trabajadores sólo hay 491 empresas, y son menos de 7.000 las que facturan más de 50 millones de pesetas al año.

En 1996, aunque el valor de la producción fue menor en años anteriores, la caída de los gastos financieros y el módico aumento de los gastos de personal permitieron el mayor beneficio empresarial de la década, un 15,2% del VAB. Fuentes de la Confederación de Empresarios de Galicia destacan el importante avance en el comercio exterior, la presencia internacional de las firmas punteras y el número de empresas creadas como exponentes de la "positiva" etapa de Manuel Fraga al frente de la Xunta, pese a no haberse traducido en una evolución paralela del empleo. Hay 140.000 puestos menos que en 1989.

La parte más sustancial de este declive se achaca al abandono de explotaciones agrarias. La agricultura ha perdido más del 40% de empleos en los últimos años, y también cayó un 9% en la industria. Las tasas crecientes en la construcción y servicios no han podido enjugar esta sangría. En total, de una población activa formada por 1.105.700 personas, 900.000 están ocupadas y más de 200.000 en paro.

Los asalariados (más del 60% de la población ocupada) reciben un sueldo medio de sólo 172.000 pesetas. Más de la mitad de los parados no cobran las prestaciones del desempleo; 65.500 reciben subsidios asistenciales de 22.000 a 36.000 pesetas, y el resto, ya que el 82% de los parados tiene menos de 25 años, si hay ocasión y se permite la licencia, trampea con las pensiones de los abuelos.

Los pensionistas y jubilados suman casi 625.000, más del 22% de la población de derecho. El promedio de sus pensiones en 1995 era de 53.875 pesetas, 10.000 mensuales menos que el promedio español (por el peso del régimen agrario). A fecha de hoy, 376.000 pensionistas ingresan 44.255 pesetas mensuales.

La economía gallega, según la coalición PSOE-Esquerda Unida-Os Verdes, necesita crecer más de un 3% en el PIB para generar empleo neto. En su oferta electoral se compromete a reducir a la mitad la actual tasa del 20% de paro con una política presupuestaria orientada a la economía productiva, que se potenciaría, entre otras cosas, dedicando a inversiones públicas él equivalente del 5% del PIB anual; es decir, el doble de lo destinado a esa función en las dos legislaturas bajo la residencia de Manuel Fraga.

Las propuestas del BNG pasan por un análisis previo, "serio y veraz", de la situación económica y sus causas para llegar al diseño de un modelo alternativo, "auto-centrado", con la vista puesta preferentemente en los complejos industriales o intersectoriales que considera piezas clave de la estructura productiva gallega: pesca, construcción naval y derivados, por un lado, y agro-industria por el otro.

Ambas formaciones, particularmente el BNG, dedican el grueso de sus programas a la economía, aun considerando que los problemas de Galicia no son tanto económicos como políticos. Son, en su opinión, problemas de organización de la política económica, que ahora se diluye por distintas consejerías de la Xunta y organismos autónomos dependientes de Economía e Facenda, sobre los que no existe control parlamentario. Los incentivos al desarrollo y a la creación de empleo pueden llegar desde muchas partes de la Administración autonómica y esto resulta su mayor inconveniente, según, la oposición, que Censura la descoordinación y la falta de transparencia, sospechando despilfarros y un tratamiento políticamente clientelar en el reparto de los incentivos.

Frente a los argumentos de sus adversarios, el PP insiste en que, ante todo, Galicia progresa, y mantiene su confianza en continuar el desarrollo de estos ocho años fomentando el empleo y Potenciando las infraestructuras.