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Getafe elabora una ordenanza para castigar los "actos indecorosos"

Getafe (143.000 habitantes) se ha propuesto que las "buenas costumbres" vuelvan a imperar en sus calles. Para ello, su Concejalía de Seguridad, encabezada por el segundo teniente de alcalde, Antonio Alonso (PSOE), ha remitido para su estudio la llamada Ordenanza General de Policía y Buen Gobierno. En el texto, de más de 30 páginas y 102 artículos, se hace un repaso por las normas "de comportamiento y conducta" de los ciudadanos y las obligaciones cívicas sobre el cuidado de la vía pública, la tenencia de animales o la higiene personal. A tenor del articulado, los getafenses deben facilitar al alcalde cuantos "datos de interés para el gobierno de la localidad" les solicite, y abstenerse de cometer en la vía pública actos que algún ojo escrupuloso interprete como indecorosos". El castigo, en tal caso, asceería a 25.000 pesetas.El texto fue ayer presentado en la junta local de seguridad, la cumbre mensual de concejales y autoridades policiales en la que se diseña la política de seguridad ciudadana. La ordenanza, según varios de los asistenes, ha contado con la supervisión del jefe de la policía local, Gabriel López, que en la reunión instó a los edIles a que tramiten la normativa "en el menor tiempo posible". El documento fue acogido con reservas por el concejal del PP en la junta, Antonio Pingarrón, mientras que su homólogo de IU, Felipe García Labrado, sentenció: "Todo esto me recuerda mucho a las cosas que nos enseñba Franco desde aquellos libros de urbanidad".

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La norma otorga al alcalde potestad para exigir cualquier información a los vecinos

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Nadie pudo precisar ayer en qué fuentes documentales bebe esta Ordenanza General de Policía y Buen Gobierno. Sin embargo, y a juzgar por el nombre, la distribución de su articulado y la redacción casi literal de algunos pasajes, el texto parece inspirarse en las Ordenanzas de Policía Urbana y Gobierno de la Villa de Madrid. Este documento, en el que aún se alude a caballerías, carbonerías o depósitos de trapos, se aprobó en el Ayuntamiento de la capital un 16 de julio, de 1948, hace casi medio siglo.

La junta de seguridad getafense había discutido en sesiones anteriores sobre la necesidad de contar con un "asidero legal" para combatir algunos problemas cada vez más frecuentes los fines de semana. La policía local encuentra serios problemas a la hora de atajar el consumo de alcohol en la calle, la profusión de jóvenes que ensayan arrumacos en portales ajenos o la incontinencia urinaria de quienes se apostan en cualquier rincón para aliviar la vejiga. La ordenanza tapa todos estos huecos. Y, de paso, otros muchos más.

Por lo pronto, el texto se preocupa por establecer, entre los "deberes de los habitantes e incluso de los forasteros", el de "suministrar los datos estadísticos e informes que solicite el alcalde que sean de interés para el gobierno de la localidad". No basta con eso. Al getafense también le tocará "comparecer ante la autoridad municipal" con que sólo ésta le cite "por cualquier causa o razón".

El trago se promete especialmente amargo para el cabeza de familia, al que la autoridad puede exigir un variado menú de tareas: "el cumplimiento de servicios de policía y vigilancia, estadística, ornato, higiene y sanidad, instrucción pública, alojamiento, bagajes y demás". También deberá velar por que observe las normas precisas "para evitar la propagación de las enfermedades contagiosas".

El alcalde, Pedro Castro, no había leído el texto hasta ayer por la tarde. Las preguntas que Ie formuló este periódico le hicieron dudar. "Nos proponemos ordenar la convivencia en la ciudad y el uso de los espacios públicos", precisó, "pero esto es sólo un borrador que debe ser consensuado por los partidos políticos". Sus reservas aumentaron según fue repasando los artículos. "Habrá que darle un buen pulido a esto, pasarle la garlopa desde el primer artículo hasta el último", acabó por pronosticar.

Con alcohol o sin él

Porque la vida en Getafe, en función de esta colección de proscripciones, se complica sobremanera. Por ejemplo, uno debe cuidarse de "abrir y cerrar las puertas y ventanas con estrépito" (artículo 70), de "proferir palabras soeces o malsonantes, o realizar actos contrarios a las buenas costumbres" (artículo 66) o de "colgar prendas o cualquier otro objeto en las fachadas" (artículo 38.7). En cuanto a las bebidas, no sólo no pueden consumirse licores en la calle, sino "cualquier clase de bebidas, que no contengan o que contengan alcohol". Felipe García Labradao (IU) ironizó: "En la vía pública debería poderse beber una gaseosa, digo yo. Aquí se han deslizado cosas de corte decimonónico".

La propuesta de la Concejalía de Seguridad también dejó perplejo al representante del PP, Antonio Pingarrón. "Habrá que estudiar algunos detalles que rozan las libertades personales", precisó. Y aventuró: "En eso de prohibir la tenencia de gallinas y pavos, me sé de más de un vecino del Sector III que se va a disgustar".

Según la redacción, los niños, una vez cumplidos los ocho años, dejan de serlo. Es ése el margen que el legislador les otorga para "jugar a la pelota y balón en las vías públicas, o utilizando como portería las fachadas", para "instalar aros para el juego del baloncesto" y hasta para "circular por las aceras con cualquier clase de vehículos, incluidos bicicletas, patines y monopatines". Contravenir estos preceptos, a partir de los ocho años y un día, también cuesta 25.000 pesetas.

Los "actos indecorosos", en fin, quedan al criterio de los transeúntes que se sientan "molestados". Habrá que mirar de soslayo, pues, antes de arrancarle un beso furtivo a la pareja.

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