El asesinato de 4 policías pone de relieve el ascenso del crimen en Moscú
Tiene todo el aspecto de un contrato de la mafia. Un grupo de delincuentes, al parecer disfrazados de policías, ametrallaron a las tres de la madrugada de ayer a cuatro policías de tráfico en un puesto de control de las afueras de Moscú. Aún no hay ninguna pista sobre la motivación del asalto, aunque sus autores robaron dos fusiles kaláshnikov.El responsable de Interior de la región de Moscú, teniente general Alexander Kulikov, dirige una gigantesca operación para evitar que el cuádruple asesinato quede impune como el 90% de los más de 600 del mismo tipo que se cometen al año en Rusia.
Un crimen como éste en Nueva York habría sido noticia mundial. En Moscú, ni siquiera abrieron con ella los telediarios. El asesinato es una moneda demasiado corriente en Rusia. Y eso que, desde el presidente al Parlamento, se reconoce que constituye una amenaza mortal para el desarrollo social y económico.
Precisamente ayer, el Consejo de la Federación (Cámara alta) hizo público un comunicado en el que asegura que, el crimen pone en peligró la estabilidad y la seguridad nacional" y que la lucha para erradicarlo "debe ser una prioridad estatal a largo plazo". En el texto se reconoce que, dentro de la gravedad de la situación, la tasa de criminalidad disminuyó en términos absolutos en 1996 respecto al año anterior, pero que los delitos económicos crecieron un 13%. El propio presidente, Borís Yeltsin, aseguró el viernes que los criminales están lanzando un implacable asalto al poder, y que se han infiltrado en todas las estructuras de poder, desde la fiscalía al Gobierno y el Parlamento.
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