Ayuda para Talibania
EL INCIDENTE de Kabul del lunes, en el que la comisaria de la Comisión Europea, Emma Bonino, y sus acompañantes fueron detenidos durante unas horas por violar leyes islámicas, no es sino una anécdota frente al drama que sufre todo Afganistán, y sus mujeres en particular. Bonino y un grupo de periodistas y observadores fueron detenidos por fotografiar a mujeres afganas en contra de las leyes islámicas o, mejor dicho, de una peculiar interpretación de las leyes islámicas hecha por quienes ahora ocupan el poder en Kabul. Fueron liberados todos sin mayores efectos que algún golpe y zarandeo, un gran susto y un mejor conocimiento de la auténtica naturaleza del régimen.Desde que llegó al poder la facción más intransigente del islamismo militante del país, los talibán, clero fundamentalista y jóvenes fanatizados, se mostraron decididos a imponer el terror a todos los que resistieran su medieval visión del mundo. Con ese oscurantismo que presentan colmo una interpretación del islam, son una banda capaz de ganar una guerra con su falta de piedad, su vocación de autoinmolarse y las armas suministradas por Occidente en su día y otros fundamentalistas poco criticados en Europa y Estados Unidos. Pero son incapaces de dirigir un país a medio plazo.
Por ello hay que preguntarse si es oportuna la ayuda financiera otorgada por la UE a Afganistán, dada la imposibilidad de controlar cómo se invierte y la certeza de que no ayuda en nada a paliar el implacable régimen de estos seminaristas del terror, que desafían todas las reglas de la humanidad.
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