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¿Hasta cuándo?

Aprendimos de pequeños que "mañanita de niebla tarde de paseo". Después, de mayores, con el Gobierno del presidente José María Aznar, hemos aprendido también que "mañanita de encuestas, tarde de decretos". Por eso se recomienda ahora al pasaje, tras la encuesta publicada en el diario La Vanguardia, que ponga el respaldo de su asiento en posición vertical, pliegue su mesa, ajuste su cinturón de seguridad y se abstenga de fumar hasta llegar a la terminal del aeropuerto. Recordemos, sin ir más lejos, los decretos leyes sobre televisión digital, las disposiciones sobre descodificadores únicos y reversibles y la declaración del fútbol y otras actividades deportivas como materia de interés general intervenidas por el vicepresidente Francisco Álvarez Cascos. ¿Alguien duda de que toda esa tromba de normas, que fueron dictadas por nuestro bien, se desencadenaron como respuesta a los primeros sondeos desfavorables al Gobierno recién instalado? Bramaba entonces de continuo Luis María Anson desde las páginas que tanto añora contra la presidenta del Centro de Investigaciones Sociológicas, Pilar del Castillo, culpando la del resultado de los sondeos, pero todo era en vano. Por eso se procedió a reaccionar contra el pedrisco de las encuestas y los barómetros de opinión convocando en Moncloa a los asesores áulicos y recuperando a algunos de los sociólogos de cabecera, como Pedro Arriola, dispersados sin tino después de la campaña electoral. Allí, entre el puteal y el bunker, se desplegaron los mapas y se trazaron las líneas de la contraofensiva que ya habían sido expuestas por anticipado en las páginas del diario de Carabaña.

Y es que hay institutos que tal vez terminen por ser privatizados, pero cuyo control no puede perderse. El primer ejemplo es el del Instituto Nacional de Meteorología, sobre el que intervino con acierto Rafael Arias-Salgado designando a su frente como directora a María Jesús Prieto Laffargué, que ha cambiado la climatología del país. Porque, hora es ya de decirlo, los socialistas salieron del Gobierno dejando exhaustos no. sólo los fondos reservados, sino también el agua embalsada. Ha bastado poco más de un año de nueva gestión para que las precipitaciones se produzcan con regularidad y precisamente encima de los pantanos, que antes eran esquivados sistemáticamente. Otro ejemplo audaz acaba de darlo la presidenta del Instituto Nacional de Estadística, Pilar Martín-Guzmán, destituyendo a dos contumaces directores generales, Antonio Martínez y José Aranda, que bloqueaban la mejora del IPC (índice de precios al consumo), cuyo comportamiento en agosto dejó mucho que desear, y el reconocimiento por parte de la Encuesta de Población Activa, incapaz de reflejar el crecimiento del empleo pregonado por fuentes gubernamentales.

Estamos advertidos desde las páginas del mundo digital, a propósito del desastre de Las Ventas; de la falta de coordinación. Por eso se impone sin tardanza localizar a los culpables de la encuesta de La Vanguardia y darles su merecido. Se pregunta impunemente por cualquier cosa y así sucede que se obtienen respuestas indebidas. Como escribió Erwin Schroedinger en su librito Ciencia y humanismo, publicado por Tusquets Editores, no podemos hacer afirmación alguna sobre un determinado objeto natural (o sistema físico), es decir, en nuestro caso, sobre la opinión del público, sin "entrar en contacto" con ella, lo que significa que el objeto queda intervenido por el hecho de ser observado o medido.

Así las cosas, como decía ayer en la cadena SER un colega, algunos se preguntan qué espera Telefónica para comprar las insolentes empresas de sondeos. Una compañía de ese calado, que es la primera multinacional española, cuando decida entrar en el área de los medios de comunicación, que le es connatural, debe hacerlo sin timideces y cubriendo todo el espectro de prensa, radio, televisión y, por supuesto, institutos de opinión. Carece de sentido que el Grupo PRISA disponga de Demoscopia y nuestra Telefónica esté desasistida. ¿Hasta cuándo?

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