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Europa está tranquila

Soledad Gallego-Díaz

Hacía años que Europa no empezaba el curso de un humor tan tranquilo. Los dirigentes de Francia, Reino Unido e incluso Alemania inician el otoño político sin grandes tormentas a la vista. Italia parece milagrosamente asentada en la estabilidad y hasta Yeltsin disfruta de buena salud. Prácticamente todos los economistas auguran una etapa de crecimiento sostenido. Europa va bien. ¿Y los europeos? Las opiniones públicas se muestran cada vez más apáticas, como si pensaran lo mismo que la extraordinaria escritora brasileña Clarice Lispector: "Dado que comprender es imposible, sé que si yo entendiera algo sería porque estaría equivocada. Entender es la prueba del error". En medio del desinterés se puede esconder una espantosa inquietud.La calma, sin embargo, es, perfecta para que la Unión Europea ponga en marcha todo lo necesario para su gran proyecto de moneda única y para que los países que deben arrancar con el euro preparen sus últimos movimientos. Las dos jugadas más interesantes son, por el momento, las del Reino Unido y Francia.

El primer ministro británico, Tony Blair, está en una posición óptima. Según las encuestas, más del 90% de sus ciudadanos creen que está haciendo un buen trabajo. La fortaleza del New Labour llevó a los partidarios de ingresar en el euro (industria, sindicatos, bancos y buena parte de los laboristas) a lanzar la semana pasada el globo sonda de un rápido acercamiento.

La jugada de Blair -que si acepta la Unión Monetaria está obligado a convocar inmediatamente después un referéndum- puede ser retrasar la entrada formal hasta el 2002, cuando de verdad empiecen a circular los nuevos billetes, pero dejar claro lo antes posible que el Reino Unido es un país pre-in. De esa forma, podría participar con mucha más fuerza en los debates de la Unión Europea sobre el arranque de la moneda única y proteger mejor los intereses de la City como centro financiero mundial. La conferencia anual del Partido Laborista, que se celebra esta semana en Brighton, puede dar la clave del calendario Blair.

La conferencia coincide, además, con el primer centenario del nacimiento de gran Aneurin Bevan, el dirigente británico que creó el National Health Service (la sanidad pública y gratuita), lo que ayudará también a abrir el debate sobre el contenido social de la nueva política laborista. Un debate que se espera con mucha atención en toda Europa sorprendida por la enorme capacidad de convocatoria del socialismo "a la Blair", pero especialmente en Francia, donde también existe un gobierno socialista, aunque su discurso no se parezca mucho, hasta el momento, al del primer ministro británico.

Lionel Jospin y su ministra de Trabajo, Martine Aubry, fueron los primeros en introducir en la UE la discusión sobre los aspectos sociales del proceso de construcción europea. Gracias a ellos, los jefes de Gobierno de los Quince se reunirán el próximo mes de noviembre en Luxemburgo para discutir qué puede hacer la Unión Europea para luchar contra el paro.

Nadie espera que la democracia cristiana alemana, por ejemplo, plantee grandes innovaciones en una conferencia a la que se ha visto arrastrada sin entusiasmo. Pero sí existe una gran curiosidad sobre las posiciones de Jospin y de Blair. El primer ministro francés acudirá a Luxemburgo después de haber celebrado en París (el próximo 10 de octubre) una gran conferencia nacional sobre salarios y reparto del trabajo. Y, sobre todo, después de haber tenido que mediar entre Aubry y el titular de Economía, Strauss Kahn, sobre un eventual calendario de reducción de la jornada laboral francesa. No es previsible que Blair comparta esta línea para el conjunto de Europa, pero queda por ver si en su new labour queda algo de la tradición Bevan o si, como aseguran algunos, es más fácil encontrar el rastro de Thatcher.

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