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El FMI, el jefe

Joaquín Estefanía

Después de la asamblea del FMI de la pasada semana, celebrada de modo simbólico en Hong Kong, la globalización ha dejado de ser simplemente una tendencia y se ha convertido en una doctrina económica, con sus normas y sus jefes. El FMI ha cambiado su naturaleza jurídica y ha añadido competencias a su añejo pasado: a partir de ahora es, oficialmente, el regulador mundial de los movimientos de capitales: el boss.La ambigüedad del papel del fondo aumentaba en cada crisis, como se, comprobó en la de México, en 1995, y en la más reciente de los tigres asiáticos (alguien los ha redefinido con ironía, por su fragilidad cambiaria y de sus Bolsas de valores, como gatos domésticos). En ambos casos, el FMI no actuó de modo preventivo, sino a posteriori (con sus préstamos), una vez que las turbulencias habían castigado de modo muy duro a ambas zonas. El acta fundacional del fondo, Firmada en Bretton Woods en el año 1944, no servía prácticamente para nada y el director general del fondo, el francés Michel Camdessus, exigía desde hace tiempo funciones más ejecutivas para ser eficaz.

A partir del principio inobjetable de que la libertad de capitales es positiva para la evolución económica, el fondo tendrá poderes jurídicos para imponer la liberalización a los Gobiernos de cualquier lugar: prohibir a cualquier país miembro dar marcha atrás, por muchas dificultades por las que pase, si no es con su visado previo; dar mayor velocidad y profundidad a ese proceso en los países a los que el fondo crea preparados, aunque estén en desacuerdo, y apoyar medidas de control de la liberalización, si el sistema financiero de una zona está en dificultades o acumula importantes desequilibrios económicos.

El FMI será la autoridad monetaria que module el terreno entre quienes son partidarios de establecer limitaciones (impuestos) a los movimientos de capitales y los que quieren su libertad absoluta (generalmente hasta que les afecta negativamente a ellos mismos, como ha pasado con Malaisia). Al incorporar a sus estatutos esta función, el FMI da otro nuevo golpe a la soberanía económica de las naciones; habrá un sometimiento más práctico de los Gobiernos a las recetas del FMI, una nueva forma de ingerencia en las políticas económicas nacionales, lo que criticaron en Hong Kong los países menos desarrollados, preocupados porque el fondo los lleve con la lengua fuera en la carrera de liberalización del capital.

La ausencia de controles, la dictadura de los mercados, es uno de los factores de riesgo más preocupantes en la evolución de la economía mundial, y afecta al concepto mismo de la democracia tal como lo conocemos. En su último libro, La democracia herida, el presidente de la Fundación Pablo Iglesias, Alfonso Guerra, hace constantes alusiones a este fenómeno. No es, ni mucho menos, una preocupación izquierdista quién lleva la manija de la política monetaria ni hasta dónde pueden los mercados financieros usar y abusar de su libertad.

El gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo, dictó en 1995 una lección magistral sobre esos asuntos en la que dijo que los mercados tienen capacidad "para condicionar y modificar las políticas económicas nacionales, imponer ajustes cambiarios o incluso hacer saltar sistemas de cambios fijos, acentuar la volatilidad de los precios de los activos financieros, zarandear las economías generando o acentuando desequilibrios que pueden acabar con conducciones a inflaciones o recesiones y difundir las tensiones de unos mercados a otros, aumentando la probabilidad de que se generen riesgos sistémicos para los que el mundo no está bien preparado. Ha habido un desplazamiento de poder desde los Gobiernos a los mercados cuya consecuencia es una pérdida de autonomía de las autoridades nacionales en la elaboración de la política económica".

Pues bien, la asamblea del FMI ha dado otra vuelta de tuerca a esta tendencia.

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