No se engañen
Circunstancialmente me encuentro en Londres, el centro geográfico de las dos interesantes exposiciones que acabo de visitar y que menciona en su artículo Caca de elefante el señor Vargas Llosa. Compro EL PAÍS del domingo 21 de septiembre en el quiosco de Leicester Square y, con asombro, leo su artículo. Parece que olvida el señor Vargas Llosa que entre las dos muestras media un siglo. Nada menos que todo el siglo XX. En su tiempo, el pintor Seurat tuvo que ecuchar casi los mismos argumentos reaccionarios de sus contemporáneos que ahora aplica el señor Vargas Llosa al arte plástico actual, y son estos argumentos los que preocupan.Llevo en esto de la pintura más de cincuenta años, toda mi vida. Cuando empecé mis estudios de pintura, por desgracia, los rancios y mediocres profesores de la época veían en Van Gogh "sólo" un loco, y así un largo etcétera de tópicos superficiales. Hay mucha gente a la que la libertad del arte actual la desborda, su cultura plástica se quedó en el impresionismo o poco más, y es una lástima, porque ellos se lo pierden.
Quizá la mafia de las casas editoriales que también existen en el mundo de la literatura, como reconoce el señor Vargas Llosa, sean las que estén impidiendo actualmente que la narrativa alcance la libertad que en su día consiguió la pintura con el cubismo y la vanguardia de principios de nuestro siglo.
No se engañen. Las dos exposiciones son interesantísimas y ojalá en nuestro país tuviéramos algo parecido a la colección Saatchi, y también esta capacidad de asombro e indignación provocada por el arte plástico de nuestros días que hoy estamos viendo aquí. Esto último lo digo con sana y "patriótica" envidia.-
