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Absuelta la profesora de la Complutense que alteró un acta para aprobar al sobrino de un decano

JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZAlicia de Vicente, la profesora de la Universidad Complutense de Madrid condenada a dos años de cárcel en primera instancia por alterar un acta académica para aprobar la asignatura de Inglés a un sobrino del decano de Filología Inglesa, ha sido absuelta por la Audiencia Provincial de Madrid. Se le absuelve por dos motivos: porque el delito que se le imputa, falsedad documental, "habría prescrito", y porque, además, De Vicente alteró el acta convencida de que la profesora titular del alumno, Rosario Bueno Lajusticia, la había autorizado por escrito para hacerlo, según la sentencia.

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Una nota ambigua

El tribunal entiende que en este asunto se han podido cometer otros delitos (prevaricación, tráfico de influencias ... ), pero no el de falsedad, "que es el objeto de la causa". Los hechos se remontan a septiembre de 1991. De Vicente, profesora de inglés y secretaria de la Facultad de Ciencias Económicas de la Complutense, se dirigió a Rosario Bueno para interesarse por la calificación del alumno Jorge Manzanero. Y le indicó: "Se trata de un familiar del decano de la Facultad de Filología Inglesa [Jesús Sánchez Lobato], que tiene interés en que se le apruebe por ser becario. Bueno se mostró reacia, ya que, según dijo, el alumno "no había demostrado en el examen ningún conocimiento".No obstante, días después "colocó en el casillero de De Vicente la papeleta en blanco del alumno" y, anexa, una nota manuscrita cuyo contenido fue interpretado por De Vicente como una autorización para rellenarla y aprobar al alumno.

Asegura el tribunal que el alumno "no se presentó a la convocatoria de junio de la asignatura Inglés I, pero que sí lo hizo en septiembre". Y que, tras concluir el examen, su tío habló con De Vicente y le informó "sobre los problemas económicos de la familia de su sobrino" y del peligro de que perdiese la beca. Fue entonces cuando De Vicente habló con su colega, y días después, cuando recibió la papeleta y la nota manuscrita.

En noviembre de ese año, el decano -según la sentencia- volvió a llamar a De Vicente para comentarle que en el certificado de estudios de su sobrino la asignatura figuraba como pendiente. "A la vista de ello", señala el tribunal, "De Vicente acudió a la secretaría de la facultad, en unión de la directora del departamento de Inglés, y corrigió el acta". En ella constaba un "no presentado" en el casillero del alumno correspondiente a la convocatoria de junio, y una "raya" en el de septiembre. De Vicente sustituyó entonces el "no presentado de junio" por un aprobado, y un "vale la rectificación". Cuando Bueno, ya en el curso académico siguiente, vio que el alumno estaba en Inglés II denunció el tema al rectorado y acudió a los tribunales. De Vicente fue condenada hace unos meses a dos años de cárcel, por lo que recurrió ante la Audiencia. El ponente de esta nueva sentencia, el magistrado Arturo Beltrán, la ha absuelto ahora. Entiende que el delito de falsedad, aparte de que no existe, incluso puede haber prescrito, pues transcurrieron más de tres años desde la alteración de la nota hasta que Bueno acudió a los tribunales en octubre del año 1994. "El tribunal", razona la sentencia, "tiene serias dudas de que el acta fuera alterada dolosamente ( ... ). Para comprender estas dudas hay que remontarse a las conversaciones que mantuvieron ambas profesoras y a la entrega de la papeleta y de la nota

Cuando De Vicente firmó la papeleta con el aprobado, "cabe razonablemente pensar que su creencia es que ésa era la voluntad última [de Bueno], aunque fuera una voluntad condicionada (hay que insistir en que en este caso no se juzgan delitos distintos de la falsedad, que teóricamente han podido existir, pero que en todo caso ni han sido investigados ni han sido objeto de acusación)".

El tribunal reflexiona: "La lectura de la causa puede ser tristemente ilustrativa de que las recomendaciones pesan en la Universidad, de que muchas energías docentes se pierden en tensiones personales ( ... ), de la dificultad de ser independientes de los profesores próximos a opositar [Bueno aspiraba a una plaza de profesora titular], y de las situaciones de dependencia y supremacía que generan esas oposiciones".

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