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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Unidad necesaria

LA UNIDAD de los partidos democráticos se invoca continuamente como la herramienta política más eficaz contra el terrorismo. Pero existen motivos más que suficientes para temer que tal unidad es una ficción. Ha bastado que el Ministerio del Interior elaborara, un vídeo sobre ETA para que los partidos políticos supuestamente garantes de dicha unidad de acción se hayan enzarzado en una polémica a todas luces excesiva. El vídeo en cuestión no pasará, desde luego, a la posteridad por su eficacia ante el objetivo perseguido -convencer del carácter criminal de ETA a los reductos que en diversos países valoran a esa organización como un movimiento de liberación-, pero tampoco parece motivo bastante para romper la baraja. La reacción de algún dirigente nacionalista tras el tiroteo de Bilbao, en el que resultaron muertos dos miembros del comando Vizcaya en un enfrentamiento con la Guardia Civil, remacha la sensación de que la unidad de acción política resiste muy mal el examen que imponen los acontecimientos y se reduce a declaraciones verbales en momentos de máxima tensión emocional.Si la unidad de acción contra el terrorismo fuese un criterio real de actuación, las críticas suscitadas por el controvertido vídeo se hubieran debatido en la Mesa de Ajuria Enea o en el Pacto de Madrid, que son las instituciones que canalizan políticamente el frente común antiterrorista. Pero, lejos de eso, buena parte del PSOE, el PNV y el Gobierno vasco. no han tenido empacho en ofrecer un espectáculo de desunión que los ciudadanos están muy lejos de comprender.

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En esta cadena de despropósitos, el Gobierno no puede quedar eximido de críticas, por las repetidas muestras de propagandismo e insensibilidad que está exhibiendo en las últimas semanas. La expropiación, en beneficio político propio, de los sentimientos de los ciudadanos en el desdichado festival madrileño de homenaje a Miguel Ángel Blanco fue un error político grave. El contenido del vídeo es otra equivocación, por la chirriante inadecuación entre el tono del mensaje que se transmite y las características sociológicas de los destinatarios del vídeo, sectores de izquierda nostálgicos de los años de la solidaridad con la resistencia antifranquista: a esos sectores hay que explicarles la realidad de la crueldad del terrorismo y los intentos fascistas de imposición de su entorno, y no los progresos de España en un tono propagandístico insufrible.

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Pero dicho esto, resulta a todas luces exorbitante que la mera producción de un vídeo desafortunado pueda poner en peligro nada menos que el pacto de Ajuria Enea. La desarticulación del comando Vizcaya por la Guardia Civil ha servido apenas un día más tarde para calibrar hasta qué punto se han aprendido las lecciones sobre la unidad política frente al terrorismo. La acción policial debe estar, desde luego, sujeta a las normas legales del Estado de derecho; pero ello no justifica que se puedan extender sombras de sospecha sin prueba alguna. Frente a las reticentes declaraciones de Egibar, que por todo indicio ha aportado una simple presunción personal, parece más razonable presumir que la policía actuó responsablemente, mientras no existan hechos que demuestren lo contrario. O, por decirlo con palabras del ex ministro Juan Antonio Belloch, "que nadie intente obligar a la. policía a demostrar que reaccionó con la proporcionalidad necesaria". Es verdad que en las películas los malos disparan primero, y fallan. Pero eso no esta asegurado en la realidad. Un policía que actúe con profesionalidad debe intentar la detención sin disparar, si ello es posible. Pero también evitar que el otro dispare primero.

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