El miedo a un frenazo en la economía marca las legislativas de Polonia
La economía marcará las elecciones en Polonia, donde el consumo privado se está alimentando de una rápida escalada salarial que supera el 4% en los primeros meses, del año, más de lo previsto para todo el ejercicio. Los expertos advierten que sin medidas urgentes el "modelo polaco", envidia regional en los últimos años, con crecimientos sostenidos próximos al 6%, corre el riesgo de desinflarse, como lo ha hecho el de sus vecinos checos.
El problema es que, gane quien gane, se augura un Gobierno débil e hipotecado por las muy definidas clientelas de sus inevitables socios minoritarios. Sólo uno de los partidos de los que pueden hacer de bisagra, la centrista Unión por la Libertad del ex ministro de Finanzas BaIzerowicz, tiene un programa económico que casi todos juzgan solvente.EIzbieta Krauze, jubilada, es una de las decenas de miles de personas que esta semana, tras sacar de su banco habitual sus menguados ahorros, ha hecho cola en Varsovia durante horas para depositarlos a un 2% más de interés. El fiero competidor de la banca privada es nada menos que el Banco Nacional de Polonia, en un intento para retirar temporalmente de la circulación unos 300.000 millones de pesetas y frenar la expansión de los créditos al consumo, que han crecido más del 30% en lo que va de año y disparado insosteniblemente las importaciones y el déficit comercial.
Para EIzbieta, "apretarnos las clavijas con impuestos va a ser una de las primeras tareas del Gobierno". Para los analistas internacionales, si ese Gobierno lo forma la coalición derechista Solidaridad, cuyo programa es una mero acto de fe, la economía polaca añadirá a sus achaques un elemento de seria incertidumbre.
El presidente Aleksander Kwasniewski, en un mensaje institucional previo a las decisivas elecciones parlamentarias de hoy, ensalzaba discretamente los logros durante cuatro años del Gobierno ex comunista, de cuyo campo procede. Pero la economía polaca sufre de grietas estructurales que necesitan de un Ejecutivo fuerte, improbable tras unos comicios en los que se anticipa un virtual empate entre los socialdemócratas gobernantes y el bloque nacionalcatólico agrupado en torno a Solidaridad. El jefe del Estado, cuyo papel arbitral está destinado a intensificarse, ha dicho que se reserva "un margen de maniobra elástico" en la designación del primer ministro, del que la nueva Constitución polaca, aprobada en mayo por los pelos, no dice que tenga que ser el jefe del partido ganador.
Entre las parcelas que necesitan cirugía urgente en Polonia figuran la minería del carbón, la envejecida industria pesada y un decisivo sector agrícola (casi el 30% de los votantes) atomizado en decenas de miles de granjas no competitivas. El remedio para el campo que propone la coalición derechista que dirige Marian KrzakIewsky es el proteccionismo a ultranza. Otra asignatura pendiente es el desmantelamiento de los monopolios de comunicaciones y energéticos.
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