Las brujas
Los días se suceden, y cada uno trae un poco más de miedo que el anterior. Pero menos que mañana, como dice la medallita de los novios de oro. Se gritaba "que viene la derecha", y, como en el cuento del pastor alarmista, no hacían caso. Ha venido: no se irá sin sus presas. No se irá. El miedo del lunes estaba, precisamente, en aquello que debía dar más seguridad: la justicia. Adusta, togada, enmedallada, acollarada, la justicia que abría su curso oficial pedía cosas temibles. Puede hacerlas, porque las peticiones vienen del Gobierno y van a él para que las conceda. Por ejemplo, el presidente del Supremo y del Poder Judicial pedía límites a la libertad de expresión en los casos de los tribunales. No sé si pedía una -impunidad o una censura. Pero si se empieza por los procedimientos judiciales, mientras otros aúllan contra los paparazzi por las vidas íntimas de los exhibicionistas -creo que cualquier psicólogo diría que Diana lo era-, y otros acusan a los periódicos y radios de cuervos -hombre, alguno habría- se está preparando algo más fuerte. Por lo pronto, ya se van sustituyendo comentaristas sospechosos, o algo más que sospechosos, en Radio 1: por los seguros, por los cazadores de recompensa. Si esto lo decía uno, otro -Cardenal, fiscal general del Estado- proponia modificaciones del código para "terrorismos, estragos, desórdenes públicos, manifestaciones y asociaciones ilícitas, apología delictiva y otros": véase cómo la escalada puede llegar a otros temas ajenos. Y servir para la caza de brujas. Ya ayer, Molina Foix decía que en cuestión de terrorismo yo doy "una de cal y otra de arena": y yo estaré incurso si al cazador le escuchan (lo que yo había reprochado a Molina era muy sencillo: a un escritor -Sastre, en este caso-, bueno o malo, grande o pequeño, no se le puede castigar como escritor -no editarle, no premiarle, no leerle- por su ideología, contraria a la de Molina Foix y a la mía. Eso es caza de brujas).No terminaba el día con esto: el fiscal Fungairiño no sólo rechaza la recusación de Cebrián contra Gómez de Liaño, sino que se pone de parte del recusado. Y quiere multar a Cebrián, por pedir justicia. Claro que todo es grave: cada día tiene su lectura de gravedad. Ahora, el Gobierno del PP sabe que ya puede actuar a cara descubierta: ya tiene los poderes que quería para conquistar todos los que le faltaban. Estamos listos.
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